19 mayo 2010

san isidro 2010/ la del puerto de san lorenzo, por encima


Foto :: Paloma Aguilar para las-ventas.com

Si la víspera fue el desastre, ¿qué ocurrió entonces al día siguiente? Cuesta explicar y más entender que una señora corrida de toros como la del Puerto de San Lorenzo se llevase todas las orejas al desolladero. Que ni El Cid, todavía sin reencontrarse, ni Sebastián Castella (que se llevó un tremendo volteretón de su primero al entrar a matar) ni Rubén Pinar triunfasen es otro desastre, peor si cabe porque a estos, por estatus, se les antojan mayores capacidades para enfrentarse a una corrida seria, encastada, noble y claro ejemplo del toro moderno que demandan las figuras. Vamos, que ni los del Puerto eran las fieras corrupias de Moreno Silva ni ellos los benditos Chaves, Hidalgo y Rosales.

Al magnífico sexto del Puerto de San Lorenzo, de nombre Cubilón, se le pueden sumar hasta cuatro toros más, y van cinco, como para hacer el toreo. Y es ahí donde reside el problema: la esencia de la tauromaquia anda como olvidada. Si El Cid hace hasta donde le llega el corazón, Castella no manda y a Pinar se le descubren enseguida las ventajas, sucede lo que sucede. Que los avisos y la decepción de la víspera se tranformaban en cinco toros de triunfo arrastrados como si nada, sin que nadie se les hubiese puesto en el sitio para pararlos, templarlos y mandarlos.

Va a resultar que la cosa está peor de lo que pensábamos.

No hay comentarios: