sergio flores, con las cosas claras

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Debutamos ayer en Valdemorillo con el festejo de mayor intereses de su feria de San Blas: el mano a mano entre Sergio Flores y Fernando Adrián con novillos de Fuente Ymbro. Muy mal se tendría que haber dado la cosa para no sacar tajada de la matinal. Ambos novilleros están llamados a tirar del carro esta temporada y este careo así de primeras y en plena ola de frío debe servir para arrearles para lo que les viene y para ver quien está dispuesto primero que nadie a dar el paso. Y ese fue el mexicano Sergio Flores.

La novillada de Fuente Ymbro no decepcionó, pero tampoco fue para echar cohetes. Sacó nobleza. Pero, quede claro, ni regaló nada ni planteó tampoco imposibles misiones en sus lidias. Los mejores primero y segundo. Uno por su temple y entrega y otro por su fijo galope. Luego hubo uno destartalado, que acabó sometido a la voluntad de Flores y otro recortado y acarnerado que acabó regalándole embestidas a Adrián casi por casualidad. Son los dos que rompieron por arriba y por abajo un lote bien presentado.

Esa fue la diferencia entre los espadas: la voluntad y la casualidad. Flores en disposición, voluntad y ganas se llevó la tarde. En eso y en que se quedó la mar de quieto con caporte y muleta, no dudó, se los pasó bastante cerca y acabó por imponerse a tres embestidas dispares sin abandonar sus formas clásicas. Al bueno, al rebrincado y al que le tiró a dar acabó por meterlos en la muleta y hacerles faena sobre ambas manos. Cortó una oreja a primero, con el que destacó al natural, y otra al quinto. Y si no hubo más fue errar con la espada.

A Fernando Adrián le faltó claridad para engancharse a la matinal. Su primero se venía de lejos y galopaba con entrega tras las telas, pero no le acabó de coger el aire. Y con la espada estuvo poco fino. Cortó una oreja del cuarto, un novillo bajo de presencia que no dijo nada hasta que en una de aquellas la tomó por abajo por el derecho. Pura casualidad. Lo mejor lo dejó con el sexto y también en redondo. Fue el único Fuente Ymbro que manseó de forma descarada y buscó las tablas en terrenos de chiqueros. Adrián salió arreado esta vez para solucionar un mano a mano que se le iba, pero ni la espada ni el puntillero ayudaron, y se le acabó yendo: llegó tarde.