18 abril 2012

feria de abril/ javier castaño y alberto aguilar, lo mejor de la corrida de cuadri

Javier Castaño con el segundo de la tarde | FOTOS :: Plaza de Toros de La Maestranza
Un peldaño más, otro toque de atención, una lección de torería y madurez, la certidumbre de que lo de Javier Castaño no es casualidad ni mucho menos. Y frente a un corridón de Cuadri por cuajo, seriedad y hondura, que habría sido mejor si hubiera tenido mayor fluidez, otra disposición de la casta --que la había--, algo más de entrega, bravura más franca o transmisión que dicen.

El mejor con diferencia fue el tercero y fue manso con casta. Un primera vara espectacular, tumbo incluido, y una segunda para cantar la gallina. Humillado y con emoción por el derecho. Imposible por el izquierdo, sabiendo lo que se dejaba atrás. Series breves y mandonas de Alberto Aguilar, por abajo. Pero los pases estaban contados, cuando se pasó de faena el toro sacó esa mansedumbre y protestó y lo desarmó y todo al bueno de Aguilar, que traía gran disposición. Mete la espada y toca pelo. Pero no.

Lo mismo le pasó a Castaño pero con otro lote. Mucho menos agradecido, tanto como nada. Pero Javier Castaño posee la suficiencia de la madura torería. De los años de ostracismo, de temporadas de hacer Guijuelo, Bejar y poco más. De curtirse en la soledad. Y ahora le ha llegado el momento de explicarlo, y lo explica como un consumado maestro: reposado, el toreo brotándole con tremenda naturalidad, sin violencia, temple y ese valor que de siempre lo distinguió. No tuvo toro suficiente. Pero al primero le hizo faena de coherente torería y con el segundo se metió entre los pitones como quien no quiere la cosa y con los dos atornilló las zapatillas en mérito al alcance de pocos. No pincha al primero y corta la oreja a ley.

Antonio Barrera, más frio perdió el paso ante la falta de emoción de su primero y se le fueron varias embestidas de un cuarto al que también le faltó intensidad. Sólo el tercero elevó el listón. El segundo pareció algo más por caer en mano del maestro Castaño y el sexto --castaño de pelo--, que nos tenía enamorados, fue brusco y no tuvo excesiva entrega hasta que Alberto Aguilar le puso suavidad y temple y terminó por medio convencerle.

Javier Castaño y Alberto Aguilar fueron lo mejor de la corrida de Cuadri. Pero benditos cuadris que dieron importancia a cuanto se les hizo por aquello de la casta. Amén.


PS: Gesto de torería el de David Adalid. Entre las habituales psicosis por banderillear a los cuadris, Adalid puso cuatro pares. Tras no andar fino con el segundo de la tarde, con el quinto se desmonteró.


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