16 mayo 2012

san isidro 2012/ gallo vuelve a cantar y el ventorrillo y la feria tocan fondo y siguen cavando

Foto :: Juan Pelegrín para Las-ventas.com
Hace como doce años un toro de El Ventorrillo hirió a Espartaco en València de mala manera, como lo haría un toro descastado, a traición. Luego a esa vacada le vinieron años de ostracismo y campo a través, depuración, cambio de manos y de nuevo la decadencia o mucho peor: el momento actual.

Lo que ayer se vio en Las Ventas con el hierro El Ventorrillo fue como para renovar la ganadería entera y enviar lo que hay al matadero, aunque me duela eso de imaginar a un animal con una sola gota de sangre brava doblar pezuñas junto a un desagüe. Los atisbos de casta fueron muy pocos.

Descastamiento y malas intenciones. El lote de Curro Díaz se llevo la palma. El más normal fue el de Julio Aparicio, quien cuajó en Las Ventas un ridículo espatoso. Transparente el traje de luces, sin sitio ni valor, Aparicio se desentendió de todas las lidias y de la dirección de la misma. Y masacró a sus toros, que lo poco que tenían se lo quedaron. Vergonzoso manejo de los aceros, impropio de quien se hace llamar matador de toros. Y dos broncas que incluso se quedaron cortas, y despedido, con razón, a almohadillazos. Visto lo visto, lo peor de todo es que vuelve el 29 de mayo con la de Las Ramblas.

Quien por ahora no vuelve y sí lo merece es Eduardo Gallo. Apareció el domingo antes de que arrancase la isidrada y sorprendió tanto que a poco que le hubiese funcionado la espada salía por la puerta grande. No salió, pero se ganó con todo el derecho del mundo ser el primero en la cola de las sustituciones.

Y la primera que había, el 15 de mayo, San Isidro, era el sitio que dejaba Ángel Teruel. Ya de primeras, con un quite por chicuelinas, las sensaciones que había transmitido Eduardo Gallo, se reforzaron. Lo ve claro, sus quehacer en el ruedo transcurre con clarividencia, valor, torería y, sobre todo, naturalidad.

Mucha naturalidad es la que ha ganado Gallo, y así le sale el toreo. Y lo ve tan claro que le hace falta muy poco toro para expresarse. Tan poco que hasta con los incómodos y descastados de El Ventorrillo, propios de una carreta, se vislumbró su momento y seguridad delante de la cara del toro.

Que se sepa: Eduardo Gallo necesita otra tarde este San Isidro; Aparicio, no.

PS: Este San Isidro tocó fondo y sigue cavando, como dice mi amigo Ferran. Aunque hoy es un buen día para cambiar las tornas. Es el primer gran cartel de verdad del ciclo. Toros de El Montecillo (ganadería del antiguo propietario de El Ventorrillo y formada desde el mismo tronco) para El Cid, César Jiménez e Iván Fandiño.

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