17 mayo 2012

san isidro 2012/ iván fandiño entre la enésima moruchada

Foto :: Juan Pelegrín para las-ventas.com
La casta continua ausente. Este San Isidro volvió a sufrir otro desastre ganadero. El descastamiento volvió convirtió una tarde en un auténtico sopor. Y la que excusa de, visto lo visto, lo excepcional: ese cinqueño con voluntad de embestir y ese pellizco de casta al que se agarró con toda su disposición Iván Fandiño para arrancar esa generosa oreja; no vale.

Como tampoco valdrá que hoy salga la de Victoriano del Río permitiendo hacar florituras a Castella, Manzanares o Talavante y los del clavel y todos nos volvamos locos. Y no valdrá porque por jugar con el tesoro de la casta brava a hacer equilibrismos en esa miserable delgada línea en la que la nobleza se vacía de casta y se asoma al abismo de la nada y el toro hueco donde llevamos hundidos una semana entera de toros, debería estar penado como delito de lesa tauromaquia a todos aquellos que lo permiten.

El tronco y las ramificaciones de El Ventorrillo --anteayer-- y El Montecillo --ayer-- están igual de enfermas. Mansas y descastadas, como el lote de El Cid. Ese precioso primero tan bello como cobarde que huyó hasta de su sombra o el descomunal cuarto con casta de mulo y cosas propias de un buey de carreta. También el tercero que cuando Fandiño le dio ventajas y lo apretó cuanto apenas, salió de najas.

O simples y huecos, como el primero de César Jiménez. Toro noble que se dejó hacer, pero sin transmisión alguna, con el que Jiménez anduvo con gusto.

Hubo que esperar hasta el sexto para que medio se arreglase. Un toro con cinco años largos con otro aire y otra voluntad. Fandiño no dudo, y al segundo muletazo ya se puso a torear en redondo con esa intensidad y entrega que le es propia al de Orduña, sin guardarse nada ni un paso atrás. Generoso y receptivo el público, deseoso de que alguien les rescatase de tanta paliza, y más si era Fandiño. Faena sobre la diestra. Al natural una serie de atragantada. Profundo y mandón en redondo, embraguetado el torero. Y un espadazo desprendido. Le concedieron la oreja que no es momento de cuestionarla, pero que tampoco salva la enésima moruchada.


PS: Era 16 de mayo y se guardó un minuto de silencio en memoria de José Gómez Ortega, 'Joselito El Gallo', que si se levantase se le caía el alma a los pies de ver como está la cabaña brava y cómo ha perdido lustre, torería y responsabilidad el escalafón que sustenta esto.

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