De acontecimiento en acontecimiento. Cada tarde es una (re)aparición. Lo fue en 2007 cuando regresó a los ruedos. Lo fue al año siguiente. Lo fue cuando volvió a América. Cuando volvió en València tras la cornada de Aguascaliente. Y ahora, otra vez. Y otra vez de 'azul reaparición' como en Barcelona 2007 o Madrid 2008.
Torear, seguir toreando y, sobre todo, no romper esa magia que José Tomás lleva consigo: la de hacer de cada tarde un acontecimiento. Ayer, allá en Badajoz. 13.000 afortunados, unos cuantos medios retransmitiendo radiofonicamente a través de internet y las redes sociales echando chispas. Arrancó la tarde y, como una trombra, el efecto José Tomás empezó a multiplicarse. Emocional y económicamente.
No, no hay una sintonía machacona rollo "no hay dos sin tres" ni nada por el estilo. Un nombre, su silencio, un misterio y el arte puro del juego de la vida y la muerte. Y esta vez con el añadido de medirse con Julián López 'El Juli'. No hay más truco: es pura pasión.
Dicen que ganó la fiesta, y aunque la Fiesta hay que reconocer que es muchísimo más, de repente, el caso es que no veíamos obligados a sacar pecho y a participar y a hacer más grande un suceso que a los intransigentes pilló desprevenidos y obligó a vomitar. Qué feo debe ser que, cuando unos tocan la gloria o el alma se les ensancha hasta el infinito, otros odien.
José Tomás alcanzó puestos de TT en España o México no por nada en especial, sino por la mera pasión. |
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