A la hora escribir o pensar
estas líneas, una pregunta o más bien, una angustiosa duda, se cruzó.
En plena resaca tras la
conmonción artística y catárquica de José Tomás en Nimes el pasado 16 de
septiembre, vivida en carne propia por 14.000 almas, pero con un espectacular
efecto mediático, tanto, que los que no peregrinamos necesitamos de un par de
días para escudriñar todo lo posible, mirar y remirar un montón de vídeos y
leer todas las opiniones habidas y por haber. Y casi todas forzadas ante la
falta de palabras para describir lo ocurrido. O eso decían.
El caso es que la duda
aparecía para preguntarme tres días después de lo de Nimes, lo siguiente: ¿José
Tomás habría vuelto ya a coger una muleta?
Esa falta de palabras ante
la supuesta perfección, esa perfección del toreo y… ¿Y después qué? ¿Nada?
Alguno que otro exageró: tras Nimes, la retirada del artista; tras Nimes, ya no
hace falta ver otra corrida de toros, decían.
Pues no. Después de eso, más
toreo.
Arte vivo e imprevisible, a
lo largo de la historia no ha dejado de reinventarse. Es más, ¿cuántas veces se
habrá dicho que la tauromaquia había alcanzado la perfección?
El toreo es mágico. El valor
del hombre, la confianza en uno mismo, es su motor y el toro encastado, su
razón de ser.
Y lo que da sentido a ese
todo es: la transmisión de emociones, sensaciones, sentimientos y experiencias vitales
al público, que es quien sostiene esta Fiesta.
Ese todo alcanzó cima el
pasado 16 de septiembre en Nimes. Sin duda. Y lo hizo empujado por una brutal y
compartida emoción.
Magia, misterio, imprevisibilidad,
belleza y verdad en casi perfecta conjunción que atravesó piedras milenarias con
auténtica fuerza mediática y social.
De auténtica conmoción el
suceso, y el mejor ejemplo para seguir apostando por esta pasión que surge de
dos verdades éticamente enfrentadas, la del toro y el hombre, en su
supervivencia y realización vital.
En nosotros, los alumnos, sin
duda fue, primero, esa apuesta por esta pasión la que nos congregó hace casi un
año aquí.
En este mismo edificio
histórico de la
Universidad de Salamanca, en el inicio del curso que hoy clausuramos.
Aquel día, 4 de noviembre de 2011, contamos con la presencia de Salvador Boix,
apoderado de un José Tomás, quien ha vuelto a reforzar las razones de nuestra
iniciativa.
Si ya estábamos decididos
entonces a vivir esta experiencia, a formarnos y crecer, a llevar nuestra
pasión a la razón del ámbito académico y universitario, a lo largo de este
curso hemos encontrado cientos de motivaciones más. Tanto en el aula con
magníficos profesores y ponentes, como en las mismas calles de Salamanca y en las
amistades que hemos trabado o como hace cuatro días directamente desde Francia.
El más sincero y merecido agradecimiento
a la Universidad
de Salamanca, a su Fundación General, y a la Escuela de Negocios del CEU de Castilla y León
por ponernos en suerte este Curso de Experto Universitario en Dirección de
Empresas y Actividades Taurinas que ha sido para nosotros, Ángel y Hugo; José
Manuel y Ángel; Alberto y José Ignacio; Enrique y Jaime; Santina y MariLuz;
David, Pedro y Andrés; una oportunidad única por llevar más allá nuestras
convicciones de amor y respeto por la Tauromaquia y la Fiesta, y aportarnos nuevas
y necesarias perspectivas para ser capaces de (o al menos intentar) mirar,
sumar, compartir y realzar las amplias riquezas que desde sus mismas entrañas
guarda el apasionante planeta de los toros.
Y enhorabuena a los
organizadores por tener ya en marcha la segunda edición de este Curso de
Experto Universitario en Dirección de Empresas y Actividades Taurinas.
El curso pone las vías
necesarias para dotar de renovada profesionalidad y modernización el
anquilosado engranaje de la gestión empresarial taurina, y así avanzar en la
obligada reactivación de un sector que en pleno siglo XXI debe aprender a mirar
a largo plazo…
Todos aquellos que integran
la industria taurina y participan de ella deben ser conscientes del gran reto
que ahora, en estos tiempos y con estos medios, tiene la Fiesta: pasar de sobrevivir
por la inercia de su riqueza a vivir potenciándola y anticipándose a las
circunstancias en lo que debe ser un proceso a largo plazo sustentado en el
compromiso responsable y apasionado de todos.
Un proceso que debe ser fruto
del conocimiento, de la realidad interna y por supuesto de la externa, de todas
las oportunidades que se nos presenten; un proceso que se lleva adelante
convencidos de la singularidad única de la Fiesta como un motor económico, artístico, preservador
del medio ambiente y que aporta Cultura y diversidad cultural y provoca fuertes
emociones.
Y darlo a conocer.
Aplicar las nuevas formas
gestión estratégica, la nueva cultura empresarial, los métodos de marketing,
los nuevos medios y tecnologías para SOCIALIZAR un sector, el taurino, que
durante demasiado tiempo ha sido poco o nada permeable a las iniciativas que
permitían crecer y modernizarse al resto de actividades.
Y hay que SOCIALIZAR el
sector, impregnarlo de una nueva cultura, para dar el siguiente paso y pasar a
la acción: TAURINIZAR LA SOCIEDAD.
El rechazo, y más que el
rechazo, el desconocimiento y los nuevos hábitos urbanos y sociales, han
abierto una brecha entre la sociedad y el toreo que debemos salvar con el trabajo,
una nueva forma de comunicar y la organización de proyectos comunes desde los
diferentes ámbitos que suman en la industria taurina.
Y sobre todo, con la
reivindicación serena de un arte único, transmisor de valores y emociones que
se vive más allá de las diferencias y por encima de banderas, fronteras y todos
los tópicos habidos y por haber.
Como también está por encima
de todas las disputas internas que ahora en tiempo de crisis azuzan al sector
cada dos por tres con intención de dividir la grandeza de un espectáculo total.
Este curso nos ha enseñado
todo eso y más. Y el esfuerzo por llegar a Salamanca cada semana desde
Alicante, Valencia, Teruel, Guadalajara, Madrid, A Coruña o León ha sido menos
por la acogida que esta ciudad y esta casa, y los compañeros que de aquí nos
han brindado.
La experiencia ha sido un
auténtico privilegio para todos. Por lo aprendido, por la apuesta que supone
por la necesaria renovación de la
Fiesta y precisamente en el mejor momento… porque este es
nuestro momento.
Y, sobre todo, el auténtico
privilegio ha sido el conocernos y el haber compartido tantas inquietudes en
pro de la Fiesta
y haberles dado forma aquí, en Salamanca.
Sin más, muchas gracias a
quien inventó esta locura del toreo, hoy rebosante de futuro porque así lo
hemos querido y lo hemos compartido en la Universidad. No sé
aún si José Tomás ya ha vuelto a coger una muleta. Lo que sí sé es que el toreo
seguirá emocionando, conmoviendo y contagiándose mientras haya un toro bravo al
que citar.
Muchas gracias a todos.
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