18 diciembre 2012

francisco cano 'canito': una vida centenaria sólo apta para privilegiados

Francisco Cano cumple hoy 100 años. Felicidades, Canito. Y enhorabuena. Testigo de un siglo apasionante, cámara en ristre, ha tenido una vida para vivirla y disfrutarla intensamente. Como para sentirse lúcidamente orgulloso y privilegiado de lo visto. Testigo de excepción a través del objetivo de su máquina de retratar. Cano ha hecho historia al tiempo que la contaba, forma parte de ella y nos ha mostrado con tremenda naturalidad la tauromaquia de todo un siglo en esplendor y fuerza. En toda su belleza, esa que atrapó a genios como Orson Welles o Hemingway, Picasso, Gary Cooper o Avar Gardner. O en todo su crudeza, la de la muerte del heróica de Manuel Rodríguez ' Manolote'.

Esta entrevista se la hicimos va a hacer tres años el próximo 30 de diciembre. La teníamos pendiente. Fue en su casa de València. Entonces acaba de publicar un libro precioso: Mitos de Cano. Hoy cumple 100 y ahí sigue Cano. Superada la operación de cadera, la cadera que se rompió el pasado agosto en Bilbao, ya le vimos con solo una muleta hace un mes en la Setmana Cultural Taurina de Foios y parece dispuesto a cumplir 100 más. Porque ahora ya ha hecho lo difícil. Porque no debe ser ni mucho menos fácil vivir una vida así y alcanzar un siglo. Cano debe ser, es, un fuera de serie. Un privilegiado.


“Trabajar he trabajado como un cabrón. Desde que tenía 10 o 12 años empecé a trabajar en todo. Luego me dio por el boxeo, la natación, fui torero profesional y así hasta que me dediqué al reportaje taurino y hasta ahora, hijo”.

“Mi honra es que me digan Canito, ven pasa, pasa y no que digan ahí el hijo de puta ese de Cano.”

"La primera máquina que tuve me costó 19 pesetas" 

Pedro Balañá me dijo: “A on vas? Tu te sentes ací al meu costat, que tu sempre has sigut sord, mut i cec”. 


“Me llaman del Tomate y me dicen. “Cano, que me dicen que usted sabe lo de Jaime Ostos, lo de los Bienvenida, lo de Ordóñez, lo de Dominguín”. Y yo les digo: lo sé todo, todo. Y me dicen, “pues ahora puede ganar 10 millones de pesetas”

“Mira, abrí los ojos. Un docena de fotos, 2 pesetas. Y dije, uy, aquí está la comida. Y empezaron a llamarme las figuras del toreo. Pepín Martín Vázquez, Pepe Luis, todos..."
PS: Y el documental que viene, promete...


La entrevista a continuación...



“Trabajar he trabajado como un cabrón. Desde que tenía 10 o 12 años empecé a trabajar en todo. Luego me dio por el boxeo, la natación, fui torero profesional y así hasta que me dediqué al reportaje taurino y hasta ahora, hijo”.

¿Cuándo tuvo la primera máquina de fotos?
La cogí pues antes de la guerra. Una máquina que me costó 19 pesetas. Un Brownie Cero Kodak. Era un cajoncito, me gustaba, y con ella empecé. Luego la regalé. Habré tenido 40 máquinas después. Ahora ya puede ser fotógrafo taurino cualquiera. Si tengo un hijo gilipollas le diré que se meta a fotógrafo profesional. ¿Qué hay que hacer ahora? Nada. Usted mira ahí, y lo que ve ahí, sale. Mete la pastilla y ra-pa-pa-pam ra-pa-pa-pam y cada corrida te hacen 500 o 1.000 fotos y de ahí coges la que quieres. Antes tenías que disparar en el momento justo y aprovecharla. Ahora en una apretada se tiran 15 fotos.


Estábamos en un salón. La mesa está llena de fotos. Un rotulador negro para firmarlas. Son fotos de amigos, fotos de callejón, de las primeras filas de tendido.

“Mira los líos que tengo por ahí. Fotos de amigos, para repartir. Al final no sé qué haré con todo esto. No tengo tiempo para nada”

La entrevista fue hace tres años. Vísperas de nochevieja. Acaba de salir publicado el libro Mitos de Cano y entre tanta presentación, esta bastante liado.

- Mira, mira qué fotos había entonces.

Me señala un rincón. Me levanto hay muchas fotos a gran tamaño. Preguntó: ¿Cuál, ésta?

- Sí, con cuidado, levántala. Mira a ver si te gusta.
- Manolete. ¿Dónde es?
- Manolete. En Badajoz.
- Un fotón.
- La foto es de las mejores. De esa, una pequeña, se la vendí a José Tomás. Pero pequeñita, menos de la mitad que esa y me dio 50.000 pesetas.
- Mira la que hay detrás. A ver si te gusta.
- Paquirri. ¿Eso es València?
- Sí.
- Manolete ha sido el que más le ha gustado a usted??
- Sí. Me ha gustado como todo. Como caballero, como hombre. Y fijate teníamos amistad. Muy respetuosa la amistad. ¿Y tú de dónde eres?
- De Catarroja.


Suena el timbre. Maruja, la mujer, es la que abre. Son unos vecinos. Saludan, se ponen a revisar fotos. La mujer, Maruja, me habla del desastre de fotos, todo lleno de fotos. Pero qué le voy a hacer, dice. Una mochila junto al sillón, es de una nieta, me dice, que se va de excursión. Y me habla de las nietas. Un nieto, que ahora tendrá 9 o 10 años se llama Álvaro por don Álvaro Domecq. La visita es breve, tres, cuatro minutos. Venía a buscar una foto. Cano ha estado atendiéndoles pero enseguida retoma la conversación. Sorprende escuchado la grabación.


- La Barila. En Catarroja había un bar enfrente de la iglesia. La Barila se llamaba.
- Yo de pequeño iba mucho, y me quedaba viendo las fotos de Paco Camino. Que Juanito era muy...
- Hombre, era muyyyy... loco estaba con Paco Camino. Quien vive de milagro. Le han quitado no sé qué el riñón o el higado. Fue un gran torero, de los mejores que ha habido. Para mi ha sido de los mejores.

Y de repente las vivencias que se agolpan y Cano que no se detiene y va contando.

“Yo fui torero profesional, como sabes. Toreé 39 corridas, casi todas en la zona roja para los comunistas y las FAI, los anarquistas. Abre ese cajón --me indica-- a ver si hay carteles de seda, carteles míos, del partido comunista.”

Le preguntó: Era una época diferente. ¿Cómo ha cambiado la fotografía, ha cambiado todo?
- Ahora le metes --dice Cano-- una pastillita y con eso tienes para 500 fotos y no tienes que cambiar carrete y cambiar carrete.

- ¿Cómo surge el libro? --El libro Mitos de Cano que se publicó en 2009.
- Me lo propusieron. Antes me habían hecho otros, pero de esta categoría no...
- Puede que sea de los mejor editados en mucho tiempo --le digo--.
- Eso me lo ha dicho Ansón, y ojo que Ansón creo que es un periodista. El cabroncete pues es amiguete mío. Él me entregó el premio de la Fundación Baltasar Ibán y escribió que es el mejor libro que ha tenido en sus manos. Lo bonito es que es taurino, pero de sociedad, de la gente que se ha acercado a la Fiesta.

¿Y cómo era cuándo se encontraba rodeado de Ava Gardner, Orson Welles, Ernest Hemingway...?
Fui amigo de don Pedro Gandarias, que Dios lo tenga en la gloria, y él me llamaba. “Canito, vente a casa que viene Orson Welles o que viene Gary Cooper o Ava Gardner o viene tal”. Yo era de confianza. Mi orgullo y mi honradez es que yo nunca sé nada. Vienen y me preguntan: “Oye, ha estado en tu casa no sé quién; pues hombre --contesto-- ya no me acuerdo” y a tomar por saco. Nada, nunca he dicho nada.



“Había un señor, que era don Pedro Balañá, que me dijo uno de los piropos más bonitos que me han dicho. En Salamanca, comprando los toros a Manolete. Una corrida valía entonces 120.000 pesetas, seis toros 120.000 pesetas. Y al bajar del hotel me encuentro a don Pedro Balañá y me dice en català:

- Canet, a on vas?
- Me’n vaig al camp a un tentadero.
- Vine a prendre cafè amb mi.
- I a on va vosté tan prompte.
- Estic esperant a Antonio --Antonio es el gandero Antonio Pérez Tabernero, apunta Cano-- que vaig a comprar-li totes les corregudes que té per a Manolete.

Y en eso cuando nos sacan el café, llega Antonio Pérez y se sienta a su lado y yo cojo el café y por educación me retiro. Y me dice Balañá: “A on vas? Tu te sentes ací al meu costat, que tu sempre has sigut sord, mut i cec”.

¿Es bonito eso? Yo he estado en conversaciones muy, muy importantes. Y me decían: “Cano, tú has estado con ellos y sabes de qué hablaban”, y yo contestaba: “Oye dejarme tranquilo, yo no sé nada. A la mierda”.

- Ahora me llamaban de la televisión, de eso del Tomate, que era una golfería.
- Pues ahora hay uno que es peor todavía y se llama Sálvame.
- ¿Peor todavía? ¿Más golfo que eso? que si putas y fulanos... a tomar por culo, hombre, por Dios!

“Y me llaman y me dicen. “Cano, que me dicen que usted sabe lo de Jaime Ostos, lo de los Bienvenida, lo de Ordóñez, lo de Dominguín”. Y yo les digo: lo sé todo, todo. Y me dicen, “pues ahora puede ganar 10 millones de pesetas”. Pues no está mal, me hacen falta solo 6.000 pesetas, pero guardase los 10 millones que no los quiero, que no voy a hablar. Me va a perdonar. “Salud y suerte” y les colgué.

“Mi honra es que me digan Canito, ven pasa, pasa y no que digan ahí el hijo de puta ese de Cano.”


- Con todas las generaciones de taurinos y toreros que ha conocido se ha llevaod bien y le han aceptado.
- Yo siempre. Mira yo me he criado con los Bienvenida, para mi ha sido una de las mejores casas taurinas. Con un respeto a todo el mundo. Yo iba a cobrarles y salía Pepe o Antonio o Angel Luis y llamaban a doña Carmen, la madre. “Mamá, ya llega Curro Ruína”, como iba a cobrar, pero enseguida la madre o la hermana me daban 20 besos y al final me quedaba a comer con ellos.
- ¿Y el Papa Negro imponía tanto?
- Sí, sí. Fue un personaje fuera de serie. Como el padre de los Dominguines.

“Y con los Ordoñez también he vivido con ellos mucho y he toreado en el campo con Cayetano. A mi me apoderaba un señor que se llama Isaac Fernández Rincón, que murió el pobre, era del teatro, de los despachos del 20 por ciento en la Carrera de San Jeronimo y apoderaba a Cayetano Ordoñez ‘Niño de la Palma, a Juan Ordóñez, hermano de Antonio, y a Carro Cano, que era yo. Nos apoderaba a los tres, ah, y también a Morenito de Talavera, a los hermanos Rafael y Pedro, que yo maté algunas corridas que ellos no quería porque eran muy grandes. Me lo decía el apoderado, “oye, que Pedro no quiere”. Pues la mato yo, decía. En una de esas me acuerdo que vino mi hermano a verme y cuando vio los toros en los corrales me dijo chillándome: “Vámonos, vámonos de aquí corriendo por el campo, que tú no te pones delante de eso”. Lo pasó más mal el pobre. Se me murió, mi hermano Vicente, que era de los que más quería”.

Llega la guerra y la fotografía
“Yo me hice fotógrafo por la guerra. Me escondí en Madrid. A la guerra no fui. Me tocó para irme al frente. Pero tenía un restaurante muy importante en la playa del Postiguet y allí venía un coronel de los comunistas, el capitán, un comandante, venían cinco o seis, y claro, yo no les cobraba”.

“La cosa se veía que iba a poner mal, y un amigo mío, que era de León, una gran persona, se llamaba... Antonio. Me dijo, Curro nos vamos a tener que enrolar en el Partido Comunista, nos van a llamar. Y nos pusimos en el PC. Pero como no fuimos al cuartel, se me ocurre un día decirle a este amigo, tendremos que ir a ver qué es eso. Y estando allí se me sube un tío pequeñito, como yo, que era un hijo de su madre. Resulta que era Comisario Político, que son los que tienen más poder que los comandantes. Y se sube encima de la litera y empieza a decir con el puño cerrado, “Camaradas, para dar ejemplo y salvar España hay que fusilar a éste y a éste --a mi amigo y a mí, apunta Cano--.”

“¿Tú sabes lo que es un tío chillando eso a toda la compañía? Al bajar de la cama yo llevaba un Colt y cuando se bajó le dije, Comisario, cuando salga por la puerta del cuartel le meto los nueve tiros. Y me dice, “a mi?” Sí --le contesto--, a ti y a tu padre.”

“Y me envía al coronel, que había comido tantas paellas en mi casa gratis y conocía a toda mi familia. Y cuando cierro la puerta, me dice “Paco, Paco, qué has hecho, qué has hecho, qué le has dicho a éste, que és el comisario político y yo no soy nada, que él manda más que yo. Le he dicho que no salga del cuartel, que lo estas esperando”.

“Luego vino la ocasión de irnos a Madrid. El tren nos lo bombardearon en Alcazar de San Juan, pasaron las pavas de Franco, aquellos aviones que nos bombardearon. Salí corriendo, con la herida... Porque claro, no te he contado que me había pegado un toro una cornada toreando para los comunistas y me rompió toda la ‘documentación’. Yo vi unas cosas colgando y dije esto es mío. En la enfermería me curaron. Don Ramón Guillem Tato, que fue médico de la plaza de toros de Alicante y tenía un hermano ministro de Marina. Me curó y me dijo: “Currito, te quedas nuevo desde el ano hasta la punta del pito”.

“Llegué a Madrid, a casa de un amigo mío que era químico. De la perfumería Floralia. Era un gran químico. Me dice: ¿Dónde vas vestido de militar? Pues no sé, le contesté. ¿Y dónde vas cojo? Eso es que me ha pegado un toro una cornada”

“All final me escondí allí tres años, en una buhardilla cada vez que venía visita”.

“Ese señor era químico y muy aficionado a la fotografía. Y empecé a aficionarme. Compramos un objetivo en el rastro y con tubos de las cortinas, los cortamos y soldamos y así hicimos una máquina. Nos fuimos a la plaza de toros de Madrid con una cinta métrica, yo en el tendido y él en el ruedo. “10 metros” y marcaba con una serreta. “20 metros” y marcaba otra vez. Ese es el zoom, ahí se inventó. Si lo llego a patentar me hago millonario.”

27 docenas de fotos: ahí estaba el pan
“Y empecé a hacer fotos. En una novillada debuté de fotógrafo en Las Ventas. Los fotógrafos me veían con mi máquina que era una cosa, de risa. Pues cogí y le hice un reportaje a un chico que se llamaba a Alejandro Montani ‘El sol del Perú’. Le hice 30 o 35 fotos, las puse encima de la mesa y vino un chico que se me ha muerto también, MIguel Alonso, ‘Miguelillo’, y me dice, “Cano, dámelas que se las voy a enseñar al matador”, y vuelve y me dice: “Quiere 27 docenas”.

“Mira, abrí los ojos. Un docena de fotos, 2 pesetas. Y dije, uy, aquí está la comida.”

“Y empezaron a llamarme las figuras del toreo. Pepín Martín Vázquez, Pepe Luis, todos los mejores. Claro, como yo había sido torero, torero regular, pero sabía el momento justo y ya empecé. Y dije, ya tengo el pan cogido. Empecé y hasta ahora.”

- ¿Y en el 47 en Linares, usted estaba haciendo fotos para Dominguín?
- Estaba para ABC, El Ruedo, Dígame, para Marca. Había cinco o seis periódicos en Madrid y yo trabajaba para todos.

“Yo tenía un disgusto muy grande con la prensa del movimiento de Franco, porque las fotos de Manolete me las pagaban muy mal. Tenía un disgusto muy grande, pero le eché valor y me salió todo al final bastante bien. No no me hice rico, pero soy millonario de amigos. No tengo un duro, lo justo para comer, pero todos los días estoy de comida. Voy a Sevilla y no me da vergüenza decirlo, si estoy 20 días, todos los días de guitarra. Hay días que tengo dos o tres comidas y no puedo ir a todas. Lo más bonito de mi profesión es que la gente me ha querido mucho.”

- ¿La feria que más le gusta?
- Sevilla es Sevilla. Madrid ya es otra cosa.
- Y en Pamplona y en Bilbao no falta nunca.
- Coño, Pamplona es como si fuera mi casa. Y Bilbao igual, yo voy al Ercilla, que es el mejor hotel taurino que hay y su familia.

- ¿Usted se jubiló?
- Yo no pienso jubilarme, cuando me lleven cuatro a hombros y me digan adios Canito, pues entonces me jubilaré. Ahora el único rebote que tengo es que cuando voy con mi mujer y mi hija por la calle y veo a esas chavalas que me vuelven loco y empiezo a escarbar y a rebuznar. Pero dice mi mujer que es lo único que hago, que se me van vivas.


“¿Tú sabes lo bonito que he vivido? Si volviera a nacer intentaría ser figura del toreo o fotógrafo, pero fotógrafo de aquella época. Tú sabes lo que es que te llamen Luis Miguel o Manolete y estar con ellos de fiestas íntimas, íntimas, con todos los cargos. Claro, al día siguiente les llevaba las fotos y los negativos. Yo no me quería aprovechar nada.”

El sol de invierno de mediodía se ha escondido entre las nubes. Entra la mujer diciendo “Esteu molt afosques” y nos enciendo la luz.

- Cierra la luz Maruja, para qué la queremos --dice Cano.
- ¿Y de Manolete qué me cuenta?
- De Manolete te voy a contar una cosa graciosa. Había un periodista en Alicante que se llamaba Paquiro. Muy buena gente. Me dice, Cano, no quisiera morirme si darle la mano a Manolete. Y llegó la Feria de San Juan y le digo, vamos al hotel que te lo voy a presentar. Y nos vamos al hotel Samper.

“Toco a la habitación y Camará, ya sabes cómo son los de Córdoba, son muy secos, dice así ‘Quién es?’ Soy Cano...”

“Y dice, pasa. Manolete estaba con un batín azul, con un escudo, paseándose por la habitación. Y me dice, Canito, aquí estamos en tu tierra. Y le presenté a Paquiro, le digo: es periodista, pero no viene a trabajar sino a saludarle. Dice que así se podrá morir tranquilo. Se saludan y muy bien.”

Y sigue Cano:

“Antigüamente en los hoteles no había servicios en las habitaciones. Estaban en los pasillos. Y dice Manolete, perdonadme, voy al servicio. Sale de habitación por el pasillo y le digo, Paquiro, asómate que te lo voy a decir como hay que decirlo: “Mira a ver si has visto a alguien irse a cagar con más arte y más serio que Manolete”. Parecía que iba haciendo el paseo.”

“Otro día en Madrid. Estábamos en el Palace su primo hermano, Catimplas, estaba Camará, también Antonio Labrador ‘Pinturas’, un matador de Zaragoza que iba de banderillero con Manolete y estaba el segundo mozo de espadas, porque llevaba dos mozos de espadas. Estábamos allí solo cinco o seis y dice su primo hermano: “Manolo, que bien se está hablando poco”. Y contesta Manolete, “mejor se está callado”. Esas eran cosas muy suyas.”

“Un día le dije: Dicen que usted es muy serio. Y me responde, “que quieres, que vaya por la calle pegándome carcajás”. Era muy serio, ahora, cuando estabas con él a gusto era muy sencillo, muy normal. No era orgulloso ni nada. Le dieron un homenaje a Manolete en Atocha, en hotel internacional o no sé cómo se llamaba. Había gente de una categoría enorme, estaba hasta la madre de esta tan viejita de Sevilla... la duquesa, la Duquesa de Alba. Estaba ahí todo lo mejor. Pero a mi no sé, pero me sentaron en la mesa al lado de Manolete.”

“Y le dije, miré, que a mi nadie me ha firmado un autógrafo y le di lo del menú para me firmase y en eso llega Arruza y pregunta: ¿Qué haces Manolo? Y responde, pues nada, a Cano que no sé que ponerle, que dice que nunca le han firmado un autógrafo.”

Y Cano, poniendo acento mexicano, dice que dijo Arruza: “Pues pon ‘a Canitoooo, que es un enaniiitoo”. Y empezaron todos a reírse y Arruza empezó a pegar gritos: “Saben que le pasó a Canito, que retrató un muerto y salió movido”.

-Y Ava Gardner estaba tan buena como dicen?
- Tan buena, no. Mejor! Se sobresalía. Tenía un carácter. Tenía una boda, de Luisito Garcigrade, que vive el hombre todavía. Y qué casualidad, ahí estaba Ava Gardner entre tanta marquesa, y cuando me ve empieza a decir ‘Coño’ porque en vez de Cano me decía ‘Coño’. Y yo pero no me digas eso! Qué maravilla de mujer.

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