Plaza de toros de València, 11 de marzo de 2013. Tercera de la Feria de Fallas. Novillos de Jandilla y Vegahermosa (3º y 6º) bien presentados, pero flojos y descastados. Se salvó por duración el quinto. Jesús Chover (silencio y ovación tras aviso), Tomás Campos (silencio y ovación tras aviso) y Vicente Soler (oreja y palmas). Un tercio de entrada (cerca de 4.000 espectadores). [VÍDEO]
Digamos que concluyó la feria de las novilladas de la Feria de Fallas.
En picado, para ser gráficos. La buena novillada de Fuente Ymbro es
mejor todavía en estos momentos y una vez vistas la de El Parralejo ayer y
Jandilla hoy. Y eso que comparten fuente e incluso alguna que otra vaca o
varios sementales.
La de Jandilla, por cuajada y bonita, de finos
cabos, mejores ilusiones no podía despertar. Pero sin fondo ni fuerzas,
los jandillas eran de blandiblú. El tercero y el quinto, tuvieron algo.
Pero como para pasar el rato, sin más profundidades. Y otra cosa, la
apuesta de los novísimos quedó grande. Con Posada, Góngora o Garrido los
días atrás, y con el castellonense Vicente Soler, puede que haya
material, pero para según qué menesteres la empresa en estos momentos les viene grande, lo
que no quiere decir que aun así pueda sonar la flauta.
La flauta o un
fandaguito, como el que cantaron a Vicente Soler durante la faena al
tercero, un jandilla --hierro Vegahermosa-- guapo, pero astifinamente abrochado de pitones.
Tanto que servidor le echó los tejos cuando lo desembarcaron pero no lo
acababa de ver metiendo el morro por la misma conformación de la
cornamenta.
Y de salida sacó eso que llaman clase. Buen vuelo, algo abierto, conforme el dibujo de sus palas. Y Vicente Soler le cogió perfecto el aire a la verónica. Está tan nuevo el chaval --debutó con picadores el pasado miércoles en Castellón-- que a veces le sale y otras pierde los nervios. Mucha diferencia conforme le bombeó el cuore en ese tercero, con pausa, a cómo se le agitó en el sexto. Y el cuore, patata o corasao van directamente enchufados a la perola, testa o materia gris. Y listo estuvo en ese tercero. Novillo de calidad, con embestida peculiar por lo brocho que era, pero de justo fondo.
El padre, Soler Lázaro, que va de subalterno del hijo, puso mimo y tiempos a la brega. Y el hijo, hizo lo propio y según alcanzó con una técnica que no anda por mal camino. La mejor credencial que presenta Soler es el sitio que es capaz de pisar. Y cuando se agarra a él, no lo suelta y lo maneja con solvencia. Resolutivo y capaz, mejor se encontró con la izquierda. Y sobre todo a partir de cuando aquel partidario desde una barrera de sol se arrancó al cante. Faltó temple al conjunto, pero no disposición y aplomo. Detalles de novillero, esos cambiados por la espalda ligados con el redondo, en la línea julista, una tanda con la zurda bien hilvanada o las bernardinas apretadas. La estocada y la oreja, que debería ser a partir entre Soler y del cante.
El sexto en cambio le vino grande. Novillo incómodo, de viaje a media altura y desarrollando sentido conforme iba encontrando ventajas y dudas enfrente. Ahí a Soler le pesó la novedad y no manejó conforme la situación. Es lo normal. Además, la fea voltereta: cazado tras un remate, levantado por la nalga, caída fea y paliza contra la arena, desbarató más aquello y los nervios y el viento jugaron a la contra.
Lo demás tuvo poca historia. Montoliu dejó dos buenos pares de banderillas y como si nada: la impresión de que el público de la novillada era de esos que ni sienten ni padecen. Igual daba que un jandilla se derrumbara tres o cuatro veces. Ni una protesta entre el público y la sospecha de que el pañuelo verde ni está ni se le espera.
Debió asomar con el cuarto, un Jandilla con hechuras de toro que no se sostuvo en el primer tercio, que pareció trotar alegre en un tercio de banderillas, compartido por Chover y Soler --compartieron palos en todos los novillos de sus lotes--, pero que llegado el momento de la verdad no fue materia suficiente como para argumentar una labor de interés y un mínimo de emoción. Y eso que otro, con bastante menos gracia, también se arrancó al cante. Pero nada. Chover puso el empeño, buscando los medios. Bien asentado, corriendo por momentos la mano, sobre todo, la zurda. Pero nada. Además, con éste erró más de la cuenta a espadas.
Chover lo puso todo. A porta gayola, en quites variados, chicuelinas, tafalleras, verónicas de rodillas, en banderillas --el par al paso militar lo bordó en el sexto--, de todas las maneras posible. Pero la de Jandilla, de tan bonita fue hueca. Su primero de movilidad reducida y de sedentaria vitalidad fue el antitoro bravo. Lo mejor, la estocada.
Y si se estrelló Chover, también un Tomás Campos que luce excelentes formas. Las enseñó en cuanto pudo. En un quite por tafalleras al primero de la tarde. Con su novillo, el segundo, destacó su forma de ponerse, presentar las telas y citar. Mas nada, porque lo que se venía era una embestida mular y desesperante.
El quinto fue bueno. Al menos duró. Tumbó a caballo y picador de forma espectacular y su embestida protestona tuvo que templar. Tomás Campos no terminó de acoplarse por el derecho. Parece que es más de izquierdas, por ahí templó y embarcó mucho mejor. Nada era fácil, por eso faltó limpieza. Y quieto se quedó un rato. Ni se inmutó entre tanto gañafón. Por cierto, hizo faena entre las rayas, un terreno muy de su apoderado, Fran Rivera, y a lo mejor ahí pesó más el toro. El novillo. Y la tarde, aunque le público de València parece como anestesiado.
Mañana, primera corrida de toros de Fallas. Adiós feria de las novilladas, hola feria de los encastes. Turno de Adolfo Martín.
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