04 abril 2013

la tormenta perfecta del julismo

Sin estar el pasado domingo en Sevilla, donde El Juli arrasó con todo, somos muchos los que podemos hacernos una idea a lo sucedido.

La Maestranza vivió en su domingo de resurrección la tormenta perfecta de la tauromaquia julista. Y llovió y todo en Sevilla.

El marco y la actitud. Sevilla y Julián López. Y al final salió todo. La tormenta perfecta desde el minuto uno. A porta gayola. Con sus dos toros. El Juli tocó a rebato y nadie fue capaz de seguirle.


Sevilla --mientras escuchaba por la radio, en directo-- me recordó a Bilbao el año pasado. A la situación que afrontó El Juli entonces y a la que afrontó hace cuatro días. La necesidad de reivindicarse sí o sí. Ante sí mismo y ante todos. Con unas formas, sobre todo con un bagaje, ése que tal vez nos lleva a decir que la mejor versión de El Juli y su concepto se reunió el 31 de marzo de 2013.


Pongámonos en situación. Agosto, 2012. El Juli tiene una sola tarde en Bilbao. Pero acabarán siendo dos al sustituir a Manzanares en la corrida de El Pilar. En la primera El Juli, arrebatado, se pasa de frenada. Era una plaza de primera, las cámaras de la tele y muchas más cosas, varios errores propios y algún que otro ninguneo --causa/efecto--. Bilbao tenía que ser. Pero...

(Esto decíamos...) El Juli afrontaba una tarde de apretón gordo y ese quinto le abría un flanco por el que reinvindicarse en el mismo frente de una plaza de primera de las de verdad (salvo Pamplona), tras no estar en Valencia, Sevilla o Madrid. Su terreno y espacio, su sitio, el respeto de figura, El Juli lo transcribe y reivindica frente al toro y se ve irremediablemente en la obligación de ocupar el espacio del animal y volver a ganar el terreno. Que le sobra poder y valor está demostrado y lo demostró una vez más. Y ahí no se anda El Juli con sutilezas. Toreo de mano abajo, enterrada. Mando y sometimiento absoluto (o su intento) en varias series, atracón, tarascadas que surgen de la propia violencia del cite y la falta de espacio y ese arrimón de órdago. Metido encima, El Juli en su sitio, sin sutilezas, con todo.

¿Que podría haber dado más de sí el buen Cuvillo, el único que metió la cara y humilló? Puede ser. Pero lo guerra es lo que tiene. El Juli debería demostrar una tauromaquia más rica. Y la faena, ejemplar, no fue lo redonda que debiera para merecer las dos orejas. Ahí aguantó el tipo Matías, juez de repente en mitad de la guerra.

La necesidad de reivindicación jugó una mala pasada a la tauromaquia julista, amontonada en su intensidad. En la siguiente cita, se domeñó aquello. La casta del toro de El Pilar también marcó otro territorio. Bilbao y El Juli se reconciliaron desde la entrega total, una entrega que no torpedeó el toreo ni la gestión de un puñado de encastadas embestidas.

(Esto decíamos...) Todas las urgencias de anteayer se aparcaron, lo mismo que los discursos memorizados para hablar del robo de una oreja de más o de menos cuando se está en Bilbao. A ver: El Juli con 'Dulce' lo bordó, puso cara la feria, y marcó la diferencia sobre todo consigo mismo con 48 horas de diferencia. Del Juli aperreado, al don Julián López que se embadurna de toro, cruje y revienta por abajo, traga y se aferra, roto de cintura y el pecho partido, a la arena y a una muleta que viaja a no más de dos palmos de la misma, y manda una embestida que pesa varios quintales de casta cuando va ahí metida y pasa por la faja y se remata atrás y ya está ahí de nuevo cogiendo los vuelos con ansia.

En Sevilla con todo el impetu y toda la necesidad por reivindicarse. Esa actitud sobredimensionada por el peso de las circunstancias adquiridas, las de ser figura del toreo y la necesidad y la obligación de demostrarlo sí o sí apabullando, casi sin dar opción a la reacción en un intenso y continuado arrebato por vaciar toda su tauromaquia. Y hacerlo, vaciarla en la resurrección sevillana.

Pero hacerlo, y ahí el detalle crucial, mientras te carbura todo conforme: el poder, el valor, el temple, la mente... y arrasar así. La tormenta perfecta del julismo fue en Sevilla el domingo 31 de marzo de 2013.

Luego podremos entrar en otras disquisiciones. Sobre si las formas se ciñen a la pureza del toreo, si descarga la suerte, se retuerce en exceso o falta naturalidad; si la entrega del toro posibilita el conjunto o qué.

La tormenta perfecta de la tauromaquia de El Juli nace una desmedida actitud que no dio tregua y que fue capaz capaz de dominar todos los factores que la sustentan en un alto grado de intesidad tal, que arrasó casi con todo.

Lo que pasa ahora es que la corrida de Miura de Sevilla, en la que también está anunciado Julián López 'El Juli', cobra una importancia mayor. Es un reto para la tauromaquia julista, una nueva exigencia la que se propone y a la que se enfrenta. Será el 21 de abril y para entonces una tormenta así a lo mejor ni conviene.

Foto :: Arjona



AÑADO: La composición de lugar del triunfo de El Juli probablemente con otro toro más complejo resultaría más difícil.

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