Vía :: El Mundo | Así lo cuenta Zabala.
Al final, la Feria acabó con fuegos artificiales como buena Feria que se precie. Los fuegos llegaron de la mano de una corrida enorme de Miura y tres toreros valientes y capaces. Fue un corridón de toros en sentido amplio, tal vez con la nota discordante del primero, por sus malas hechuras y juego, y el sobrero, que fue un galafate de 616 kilos que sacó malas intenciones. El resto, toros de Miura con movilidad en todos los tercios, cumplidores de sobras en el caballo y con un fondo de nobleza que exigía buenos lidiadores. Toros con emoción. Y una terna cabal. Rafaelillo, un gladiador con dos animales que lo querían coger. Espléndido y generoso Javier Castaño. Y la gran sopresa, Manuel Escribano, llegado por la vía de la sustitución de El Juli, que demostró solvencia, valor, capacidad, variedad y templanza.
Vía :: El País | Según Lorca...
No fue una corrida completa, pero sí emocionantísima; de esas que se quedan largo tiempo en la memoria de los buenos aficionados. Toros de trapío deslumbrante, clones de estampas antiguas, largos, de mirada penetrante, que acudieron con presteza a los caballos, galoparon en banderillas y derrocharon nobleza en el tercio final, a excepción del sobrero cuarto, que fue el malo de la película. Por el contrario, de premio fue el segundo, de encastada nobleza, y le siguieron hasta tres más, que compusieron un conjunto de toros muy toreables. Tanto es así que al último, nobilísimo, se le concedió el honor de la vuelta al ruedo.
Justamente el sexto de la tarde propició un triunfo histórico para la carrera de Manuel Escribano, que entró en el cartel como sustituto de El Juli, y ha confirmado que su elección era un acierto.Le cortó las dos orejas a un nobilísimo animal al que muleteó de manera primorosa por ambas manos, aunque lo mejor fueron las tres tandas finales de naturales, con el toro totalmente entregado, y los muletazos brotaron de las muñecas sensibles de un torero transfigurado en un artista que enloqueció a la Maestranza.
Paco Aguado para EFE:
La cornada sufrida el viernes por el madrileño trastocó todas las previsiones y en su sustitución entró un torero sevillano hace tiempo relegado de los festejos de relumbrón: Manuel Escribano, que, preparado y dispuesto, sereno y asentado, aprovechó con creces la oportunidad, en principio envenenada, de enfrentarse a una siempre temible corrida de Miura sin mucho bagaje a sus espaldas.
Pero en ningún momento dio el joven torero de Gerena sensación de inexperto. Muy al contrario, pisó la plaza como si lidiara una corrida de cualquier hierro "cómodo", con frescura y sin complejos ni prevención algunos.
LA CORRIDA DE Miura en la que estuvo anunciado El Juli –reclamo mayor- trajo cuatro toros de buena nota: tercero, segundo, cuarto y sexto. Los tres jugados de pares, abiertos en lotes distintos. Un lote completo para el tercer espada, Manuel Escribano, que tuvo la audacia de apuntarse en la sustitución de El Juli. Se cumplió el adagio latino: audaces fortuna iuvat. La suerte sonríe a los valientes. La suerte de dos toros más que relevantes, la que le pone al valor alas y la suerte de encontrarse la música dispuesta como nunca –hasta el regalo de una diana floreada cuando tocaron a muerte en el sexto- y de dulce el público de Sevilla. La última tarde de la feria fue un festín.
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