12 mayo 2013

el desamparo

El desamparo. La Fiesta se queda así desamparada fuera de ferias y del relumbron de los nombres de postín. València, con motivo de la Viergen de idem, así quedó. Un tercio. Un poco más de aforo tal vez. Pero el foro sonando raro: a guiri. Y un guiri-guiri fue quien más disfrutó la oreja que se cortó. Y menos mal que la tarde salió buena, de agradable sol y temperatura. Pero pesó. A quien más, seguro, al bueno de Pascual Javier, que precisamente tomaba la alternativa. Le atenazó la tarde, no se soltó. Y el paquete que tragaría en ese desierto que va del primero al sexto. Ni pensarlo. Sin apenas decir ni mu, la tarde estaba ya sin puntilla cuando el turno le volvió a Pascual Javier, ya matador de toros --se doctoro con el toro de nombre Buscador, número 159, de 502 kilos-- y a mucha honra por el esfuerzo continuado --vistió el blanco y oro obligado más fino que nunca-- y una afición desmedida y que nunca dejó de soñar hasta el día de hoy: no tenía ni diez años cuando siendo un chavalín rechonchete llegó a la Escuela de Tauromaquia de València, hoy la realidad del toro le planteado de primeras nuevos retos.



La corrida de Valdefresno de desigual presentación, por trapío y hechuras, pero por delante muy leñera. Puntas hacia arriba, pelín vueltas, amplia cuna, bien abierta, descaradota. Luego las carnes venían repartidas de aquella manera: de los 466 a los 580 kilos hay muchos escalones. Tantos como matices de la mansedumbre demostrados. Los atacados, badanudos, aleonados, y recortados, como el feo segundo, tuvieron mejor aire que los finos y vareados que vinieron en la segunda mitad.

A 'Dudosillo' le cortó una oreja Curro Díaz.

Curro Díaz se gustó con el segundo --Dudosillo--, que sacó calidad sobre el alambre. Faena en el tercio con tan buenas maneras, y plasmando algún que otro natural de nota. Falto lucir más el toro en otros terrenos, otras distancias. Con flojera, sí, pero tuvo la voluntad, la casta suficiente para tomarla por abajo e irse a los vuelos. Pero sí Curro Díaz cortó la oreja de ése fue por el estocadón en lo alto que dejó al valdefresno sin puntilla. A espadas marcó la diferencia, porque al bruto y enorme cuarto tras pichanzo lo dejó para el arrastre de otro espadazo.

David Galván, toda una novedad, también se explicó su concepto. Encajado y firme ante la noble mansedumbre del tercero, que fue pésimamente lidiado, pero bien sujetado en por la muleta de Galván. Al natural sobre todo (por el derecho arrolló en lo los primeros tercios), y en redondo ya en los finales. Muy larga la faena, llegó la voltereta, el despetar de la mansedumbre que pone tierra de por medio y todo se complicó hasta escuchar dos avisos y acabar de descabello con aquello. Tal vez tenía el trofeo. El quinto, en cambio, se le paró y buscó la huída siempre.

El lote más exigente le quedó a Pascual Javier. Volvemos al desamparo. A la realidad. Probón, tardo, pidiendo temple y pulso milimétrico cuando Pascual Javier tenía el cuerpo de alternativa. El sexto lo suyo habría sido brindarlo al público. El toro tuvo buen inicio, pero la mansedumbre, siempre buscando salida, sosería y la falta total de entrega, acabó estrellando la tarde y las ilusiones de Pascual Javier el día que cumplió el sueño de convertirse en matador de toros. La lucha continúa.
 Ya sabe de qué va esto.


Pascual Javier ya es matador de toros. Aquí arriba con el sexto, 'Cigarro'.

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