Fotos :: Juan Pelegrín
Alejandro Talavante iniciaba el camino del paseíllo --se hace camino al andar-- desmonterándose, desnudándose, para afrontar la tarde. Salía de su mundo, de la sala de los toreros, directo a la luz del ruedo: donde se cruzanban las rachas de viento y 24.000 miradas sabedoras de que la tarde de toros no era una más ni mucho menos una tarde de toros al uso. O no había intención de que fuera. La previa así lo hacía parecer, vaya, por la cuidada, efectiva y necesaria para la Fiesta promoción y difusión. Pero salió el toro...
Salió el toro de Victorino Martín y no era la corrida de Victorino para Madrid. La presentación, raspada. Y el contenido, decepcionante. Hubo nobleza, sí. Se diferenció la casta de forma tímida. Pero el conjunto dormido y la falta de celo predominaron. Como si se hubiera buscado la normalidad para lo que se había vendido como todo lo contrario a un corrida de toros al uso. Pero pese a todo, salió el toro...
Salío el toro de Victorino Martín y sin comerse a nadie, la lidia brilló por su ausencia. La partida de inicio se la llevaron unos albaserradas pese a lo demasiado normalizados que fueron. Ahí marcaban su (escaso) poder. Talavante ya en el manejo capotero sufrió y pagó el peaje que supone enfrentarse por vez primera a los de la A cornada.
Había que lidiar, ordenar embestidas, esperarlas, empujarlas, no desesperar y cavilar con frescura. Y ahí, es donde se atragantó la corrida. En la cabeza.
El pitón izquierdo del tercero, la cantada nobleza y buen son del quinto o el esfuerzo sobre la mano diestra que pudieron tener primero y segundo merecieron antes una buena lidia que se anticipara a toda sorpresa. Con la espada, mal.
Fracaso o decepción. La tarde cumplió apenas dos horas y sigue todavía indescifrable. Es el mérito y la grandeza de la Tauromaquia, el solo intento de Talavante, que quedó en mera quimera y la importancia que guarda todavía la lidia cuando un hombre se mide a según que toros.
Creo que Talavante tiene que volver a hacerlo. Se hace camino al andar y lo andado siempre es aprendizaje. El sueño merece la pena y la Tauromaquia también. Esa es la mejor conclusión.
[VÍDEO]
No hay comentarios:
Publicar un comentario