Primera de la Feria de Julio. Plaza de toros de València, 23 de julio de 2013. Novillos de Daniel Ruiz de justa presentación pero en general nobles y encastados. El segundo con poder o la clase del cuarto los más destacados. Román (silencio y oreja y dos vueltas al ruedo), Martín Escudero (silencio en ambos) y Fermín Espinosa 'Armillita', que debutaba con picadores (silencio en ambos). Un tercio de entrada (unas 3.500 personas). [VÍDEO]
Es triste tener que soportar la ineptitud presidencial cuando se palpa la grandeza del toreo, del querer ser, de ir más allá de la razón hasta jugarse el tipo y la misma vida, y tener luego la capacidad de templarse y hacer como que el tiempo se detiene en pleno muletazo y tus telas ofrecen la sensación de una poderosas naturalidad y al final cobras un espadazo sin puntilla con total entrega, sin excusas. Ya digo, no cabrea, entristece que desde el palco se niegue el clamor auténtico del público tras presenciar la verdad de Román.
De tristes es negar un triunfo incontestable en una tarde de esas en las que se escribe el futuro. La primera prueba de ello es el aluvión de figuras del toreo allí presentes: desde José Tomás en un palco de la primera naya a, ya entre barreras, la saga de los Armillita, el Niño de la Capea, Dámaso González, Curro Vázquez o El Soro, y también Cayetano Rivera. Algo sucedía. Y es que unas de las mayores dinastías del toreo mexicano empezaba un nuevo capítulo con el debut de Fermín Espinosa, otro 'Armillita' en los carteles; y otro novillero, Martín Escudero, con reata taurina --vía el ganadero Adolfo Martín-- hacía también el paseíllo por primera vez en plaza de primera categoría. Algo iba a pasar, pasó y al presidente lo dio por dar el no por respuesta al futuro.
Lo peor es que es ya sabemos que ese no será el nivel por los días próximos. Porque no es la primera vez que pasa.
La novedad la acusaron los más nuevos y Román, el chaval que como credencial viene que estudió en el Liceo Francés, sin dudarlo se pegó una tarde de novillero total, ya con más cuajo, pero un festín en el que por momentos superó los límites razonables. Tres volteretas, mucha verdad, firmeza, temple y mando.
El primero de la tarde fue el más bajó de peso y también de trapío, pero sacó genio, cierta bravuconería. Lo bregó con temple y tiempo Raúl Martí y Román no le dudo. Espero al novillo y le ganó por el temple la voluntad y la poca casta. Fue en una serie en redondo muy enganchada, templada y mandada y ya no quedó más raza. Por el izquierdo, un tropiezo, un brisa del aire que molestó toda la tarde y un tremendo volteretón. Muy feo. Pero aquel ni se miró al negarse el novillo, fue Román a meterse entre los pitones a solucionar aquello, a tirar de las embestidas, a esperarlas y crujirlas. Puso el valor al servicio de un pozo desfondado, hasta llevarse otro trompazo por meterse dentro del toro. Y cuando lo había hecho, Román estuvo en plan pinchauvas.
El cuarto tuvo otra cadencia --como el tercero o el quinto--, otro temple y Román se encajó de pronto al tercer muletazo por alto en el mismo prólogo de la faena. Por dos veces paró aquello y arrancó el olé seco. Con este novillo, por cierto, la cuadrilla de Román cerró una magnífica tarde con Raúl Martí y Miguel Ángel García desmonterándose.
Ofreció distancias Román desde los medios y se entregó en una faena construída a través del sólido hilo argumental del mando, el temple y la verdad. Faena maciza sobre ambas manos. Muy roto el torero, con los vuelos por abajo, la embestida del Daniel Ruiz, para paladear hasta que le duró el fuelle, para tratarla así: con pulso y despaciosidad. Muy largo y exigente el trazo siempre. La poncina al epílogo y el espadazo. Dio dos vueltas al ruedo con solo una oreja y a hombros por la puerta de cuadrillas lo sacaron los chicos de Tendido Joven. Al presidente le cayó la del pulpo y con razón. Lo demás, cuentos chinos.
De Martín Escudero y el nuevo Armillita destaca lo verdes que están. Más el mexicano, que debutaba con picadores. Martín Escudero estuvo muy firme, pero siempre a merced del encastado segundo, un novillo con muchas cosas de toro que se impuso siempre ante la ausencia de mando. Desbordado por unas embestidas que lo arrollaban y lo desarmaron varias veces.
El concepto de Martín Escudero se vio a las claras en el noble y templado quinto. Innegable que bebe de la fuente de José Tomás: por las formas, la colocación y hasta los andares. Hubo una serie al natural muy metidos los riñones muy rota la cintura y ofreciendo el medio pecho que marcaron muchas cosas. Fue lo más destacado de una faena que fue a irregular cada vez más y en la que falló a espadas, pinchando siempre muy delantero.
Armillita inauguró con buenos presagios: los de sus cadenciosas verónicas de saludo al tercero de la tarde, uno de Daniel Ruiz de embestida muy templada y parada, de esos que permiten abandonarse dejándola en un hocico siempre hundido en la arena. Por momentos lo logró el Fermín Espinosa y condujo la embestida con largura. Pero le faltó ese sitio que da la experiencia. Con el sexto también demostró que acaba de empezar. Novillo de embestida trompicada al que había que correr la mano sin dudas ni tropiezos. Se le perdona cuando todo está por adivinar y el disco duro totalmente vacío de las embestidas que se irá encontrando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario