09 julio 2013

#sanfermín2013: dolores aguirre pensó una corrida de toros

Mansos, encastados, viniéndose arriba. Con temple, con más ímpetu, humillando, con hondura. Así salieron un buen puñado de toros ayer de la difunta Dolores Aguirre, según los pensó: con casta abundante. Tantos como cuatro, siendo el cuarto el de embestida más profunda, completa y también exigente ya que no empujaba solo la muleta por inercia, y ponérsela y tragarle hasta el final no se antojaba fácil.

Y en medio de esa corrida, tal vez la ideal para aportar la salsa de la casta necesaria a esos tan de moda manos a manos, emergieron y se reivindicaron (lo que significa que ya se habían vindicado más de una vez), por si quedaba alguien por enterarse, dos toreros como Manuel Escribano y Juan del Álamo, tan diferentes como necesarios.

 

Pero tal vez les seguirá tocando ese papel secundario al otro lado del telón de acero de esta Fiesta que ha logrado unir en esta crisis cruel a la generación de capitostes taurinos en todo sus ámbitos (ruedos y despachos) más acobardada. Por eso el brindis de Escribano a Nazaré, dos sevillanos a los que se les presupone capacidad para funcionar y plantar cara, tiene doble lectura: de tú a tú, pero para que sirva de indirecta a los que no nos hacen ni caso.

Escribano se fue a porta gayola, como Joselillo, por dos veces. Juan del Álamo se aferró al piso y no dudó su convicción y entregadas maneras de hacer ante la cara del toro. El lote de Manuel Escribano, el primero por dulzón y el cuarto por profundo, fue de puerta grande. Y la tuvo, la rozó. Media estocada abrió la duda. Antes lo hizo todo y en todos los tercios, y en la muleta bajo la mano como un cosaco. Tal vez le faltó afinarse más cuando descolgó y planeó el cuarto por el izquierdo.


Del Álamo con un lote áspero se puso como si fuera a bordarlo. Espatarrado, pierna adelante y trantando de enganchar las bruscas embestidas. La actitud ante el manso sexto, que saltó por dos veces al callejón, tuvo mérito. No dio pie a la incertidumbre, pese a que el animal se lo pensaba más de la cuenta. Y la estocada fue de una tremenda verdad. Con otro público menos bullanguero, en un fiesta menos exigente y en otra posición el toro, la oreja era el premio merecido.

Joselillo empezaba temporada. Pundonor y mucho querer es lo que tiene y lo que dio.



Así lo cuenta Eneko Andueza en El Chofre:

Gloria y honor para usted, Señora GANADERA. Allá donde esté. Porque sólo una aficionada de verdad hubiera aprobado las vacas que llevaron en su vientre a los seis toros que usted ha lidiado hoy en Pamplona.
Gloria para usted, que jamás hizo caso a quienes querían tirar por tierra siempre que podían a esos niños de sus ojos que fueron sus toros. Porque usted, señora ganadera, siempre tuvo claro que hay dos condiciones indispensables para poder llevar con orgullo y honor el apelativo de ganadera: Casta e Integridad.
Usted, que nunca fue amiga del toro facilón, de ese animal sin trapío ni condiciones para ser calificado como TORO se hubiera sentido tremendamente orgullosa de la corrida que ha lidiado hoy en esta Monumental que tanto le quiso, le quiere y le querrá. Corrida variada de condición y, por tanto, de comportamiento.
Corrida encastada, toda ella, en tono mayor los cuatro primeros, en tono de mansedumbre los dos últimos. Una corrida para hacer afición donde no hubo ni el más mínimo resquicio reservado al aburrimiento.
Y, ¿saben por qué nadie se aburrió? Porque en el ruedo hubo verdad. Verdad derivada de la emoción, emoción derivada de la casta, de esa casta que, añadida a la integridad, hace de este espectáculo algo digno del mayor de los respetos.
No me quiero ni imaginar cual hubiera sido el resultado de haber tenido un tranco más en el caballo los cuatro primeros. A destacar ese cuarto toro ante el que Manuel Escribano estuvo muy por debajo. Sin duda el firme candidato a llevarse el premio al toro más bravo de la feria. Premio que podría compartir, tranquilamente, estantería con el galardón a la mejor corrida del serial. Al tiempo.
¿No dicen las figuras que quieren matar el toro que embiste? Pues aquí lo tiene, señores. O es qué acaso no embistió ese primero, o ese segundo, o ese tercero, o ese cuarto? Acaso no embistieron metiendo los riñones? Acaso no tuvieron esa movilidad tan necesaria para que este espectáculo cobre la vistosidad de ver embestir a un toro con tranco y alegría?? Entonces…¿cuál es el problema? La casta? La integridad? O una corrida excelentemente presentada?

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