08 marzo 2014
#fallas14/ jorge expósito se apunta al futuro
Decían --decíamos-- que València ponía en juego su futuro taurino. Enseñaba sus cartas en una terna de valores para empezar la Feria de Fallas de 2014. Por eso el ambiente era de lujo y los tendidos lucían más de media entrada. El reto grande, el toro, fue un descalzaperros. Lamentable que Daniel Ruiz no presentase un lote digno en presentación a la cita. Por ahí Olivenza ganó a València. Fueron más concordantes los dos remiendos de Jandilla que los cuatro en escalera del ganadero albaceteño. Por dentro, otro cantar. Varios los palos: uno excelente. El lote fue para un Jorge Expósito, tercero en discordia para todo en las apuestas y que al final, contra todo prononóstico, se fue por la Puerta Grande y se apuntó al futuro.
El caso es que te salgan dos novillos con qué torear y mantengas la dignidad, el tipo y, además, ordenes un discurso y tu sello se vislumbre entre las embestidas. Las mejores cayeron en las telas de Expósito e hizo el resto sin esconder lo mucho que le queda. Felicidad para los de Algemesí y para todos.
'Miedoso' fue el tercero. Algo paletón de cara, muy justo de trapío y de carnes, pero de formas excelsas al tomar muleta y capotes. Lo cantó de salida y lo más importante, lo mantuvo hasta el final. De hocico pegado a la arena. La casta, una pizca de bravura. Expósito lo enganchó y corrió la mano con acierto y mostrando la sobriedad de su concepto de compás abierto, suerte cargada, sin volver la cara y yendo a más en el poso de su faena.
El efecto sopresa, la imprevisibilidad del toro, el tesoro de la casta, la nobleza pulimentada, sin aristas, y la capacidad de Jorge Expósito para hacer el toreo sin desbordarse. Todo eso vino a sumar. Le cortó una oreja al tal 'Miedoso' y otra al jandilla que cerró tarde. Novillo correcto de presencia y de temple bonancible. Argumentar ahí exigió un esfuerzo más de Expósito. Las embestidas no venían cantadas ni entregadas como en el tercero. Expósito fue acomplando su temple y acertando en la colación ganado el pitón contrario para ligar. Faena a más y con capacidad de corregir borrones. Y eso en parte es por una zurda que volvió a brillar. Certero a espadas, amarró las orejas pese a los repetidos fallos del su puntillero. Por cierto, que buen torero de plata es Javier Rodríguez, con los palos y con la capa le cayó una ovación.
Del descalzaperros de novillada hubo otro con posibles, entre encastado y mentiroso. Fue el jabonero que hizo segundo, con cierta apariencia y transmisión hasta que dijo basta. Román le perdió el pulso por una entrega excesiva en las primeras series. Mucho ajuste, escaso el mando, alta la presión. La voltereta seca, prendido por la rodilla, fue un antes y un después. Casi desde entonces el tal 'Travieso' metió la cara entre las pezuñas, Román tiró de valor, pero no hubo claridad en el trazo. Ni pausa. Sobraron prisas y se administró mal la presión. El segundo de su lote llevaba la estrella de Jandilla, de buenas hechuras pero paupérrima la raza. A peor siempre, cara alta, muy defensivo, sin claridad al tomar las telas. A eso se sumó que se lesionó en el tercio de banderillas. Román acabó por estrellar la tarde. Algo que de vez en cuando viene bien, aunque sea para ponerse a cabilar.
Fernando Beltrán, de Faura, estuvo muy firme toda la tarde. Ni un paso atrás y esos gestos, formas, detalles que lo distinguen. Como las tres medias que le enjaretó a su primero en el saludo, o el quite que le dejó al sexto con esa media y ese recorte. Su lote en cambio fue de aquella manera: 100 kilos separaron al abecerrado primero del regordío quinto. Sin gracia el primero, no tuvo dos embestidas seguidas iguales. Pero, ¿y si le hubiese imprimido más temple a aquellos naturales enredados? Eso queda a la duda. La ausencia de crispación, la forma de estar y andar, la pureza a la hora de ponerse. Eso fue lo que quedó.
Luego su torería se arrebató tras la voltereta del gordo cuarto --539 kilos de novillo--, de escasa entrega, muy a media altura, defendiéndose, arrollando incluso. Los muletazos le salieron robados entre las tarascadas. Dos de pecho a la hombrera contraria de auténtico cartel. La estocada y ese trofeo que tanto necesitaba también.
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