El amigo Salva Ferrer no acaba de explicarse cómo Enrique Ponce no tiene una calle en València. Ni yo tampoco. Bueno, sí que nos lo explicamos conociendo sólo un poco a la Valencia oficial. Ni Ponce. Ni, por ejemplo, Ovidi Montllor hoy de actualidad por celebrarse el 20 aniversario de su desaparición entre el ninguneo de esa misma València oficial. Por ejemplo, pero no vayamos a comparar, empezando por la universalidad.
Pocos artistas, personajes y personalidades han sido y han dado tanto por València como Ponce. Carácter universal.
Hace tiempo que me ronda una idea. La de pararse a echar cuentas de la gente que ha podido convocar Enrique Ponce en el global de los carteles en los que se ha anunciado en el coso de la calle Xàtiva. Conociendo esa trayectoria casi siempre desde un escaño del tendido, el resultado que pueda resultar, simplemente, asusta.

900.000 aficionados, visitantes, curiosos; 900.000 vidas, historias, amistades y generaciones; 900.000 pasiones y emociones. 900.000 o casi un millón no es solo una cifra, es mucho más que todo eso.
Pocos, seguramente nadie más habrá pisado tantas veces un escenario en la ciudad de València con semejante efectividad, poder de convocatoria y transmisión de sentimientos. Sólo por ello Enrique Ponce debería obtener los máximos reconocimientos de la València ofical. Los del pueblo, los de la València no oficial, los tienen todos. Y lo mejor es que la historia aún no ha terminado de escribirse.
Tenemos una cita con Enrique Ponce. Una vez más. El próximo 16 de marzo. Y antes, mañana mismo, a eso de las 19.30, en el Ateneo le rendiremos homenaje. Será la tercera vez que Enrique Ponce, figurón y referente del toreo, en lo últimos dos meses comparta momentos con la afición de su tierra. Es Historia y lo mejor de todo: somos partícipes de ella.
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