08 marzo 2015

#magdalena2015/ todos triunfan, pero sólo uno traspasa las barreras sensoriales del toreo

Se palpaba la ilusión en el paseo Ribalta, en el patio de caballos y nada más acceder al tendido de la Plaza de Toros de Castellón. Y no es porque fuera la primera de la Magdalena 2015, que también. Era porque se acartelaba el futuro. Ni señas toristas ni claveles toreristas. Dos novilleros de la tierra han vuelto a ilusionar a Castellón. Por ahí se empieza. Uno es de Burriana y el otro de Almassora. Vicente Soler y Varea. Cada uno en su estilo. Pero uno, el alto y espigado Varea, además, como tocado por la varita. Oiga. La ilusión estaba más que justificada y así se escribió la tarde hasta el punto de impactar y traspasar las barreras sensoriales del toreo. Todos a hombros, incluso el mayoral de Fuente Ymbro.


Impactó Varea desde que se abrió de capa. Doblándose hacia adelante, recogiendo la embestida del tercer fuenteymbro de la tarde y solucionando la violencia con chicuelinas aladas ya rebosantes de temple. La plaza de repente había entrado en otra dimensión. Cómo. Cuándo. Por qué. 

Da igual. Varea tiene eso que distingue a los privilegiados que intentan el difícil arte del toreo. Por abajo el inicio. La prestancia del muletazo. Y de repente la muleta, baja, cargada de toro. Recogiendo el peso del viaje en los vuelos: esa curva mágica que dibujan las telas que bien torean. Uno de las flores de incio. Uno de pecho a pies juntos de broche. La trinchera. El temple hacia la eternidad. El toreo. La difícil naturalidad inspirada. Demasiados signos de distinción

Un trincherilla para empezar los naturales. Más que cómo eran, el cómo se imaginaban. La pausa, el ritmo y el encaje. Y otro brote de torería al rematar por abajo. Otra trincherilla y un ayudado. Nada sabía a accesorio. Todo era toreo emotivo. Las rodillas al suelo. La verticalidad, y alrededor el toreo en redondo. El cambio de mano y un soberbio pase de pecho. El desplante de Varea desde el más allá, desde la posición del creador de la obra de arte. Trastos al suelo. La borrachera del epílogo y con la espada lo cazó de cualquier manera. Dos orejas y petición de rabo.

La laguna de este Jonathan Varea está en la suerte suprema. No hay mecánica, ni estilo ni se antoja que se tire de verdad. Es donde hay que trabajar. Desde el mismo arranque para hacer volar los pies. Empieza con el derecho y no se vuelca.

Por eso mismo perdió un trofeo seguro del sexto. Novillo que dio espectáculo en varas. Al relance levantó de atrás al caballo. El piquero aguantó de verdad. La ovación fue merecida. La personalidad y ambición de Varea demostró que está más allá de lo que uno pueda imaginar. Y así se inventó un tercio de quites. Que si bien no fue perfecto, fue todo un arrebato de torería. A la verónica, las medias de remate, los recortes o la forma de irse de la cara y, por no sentirse conforme, volver. Mandar apartarse a todos de nuevo y torear por chicuelinas de compás abierto.  

El novillo de Fuente Ymbro quedó sin exceso de celo.  La cuadrilla se volvió a desmonterar como ya hiciesen en el tercero. Por el derecho la raza del animal no respondió. Fue el izquierdo el pitón que se resbaló. Muy de uno en uno, pero con temple y empaque . Inventándose la faena, llenándola. Pero la espada, los descabellos, el aviso... 

La respuesta de Vicente Soler también merece importante consideración. Si bien es cierto que se llevó el lote, con el reto que le había planteado a la tarde la faena mágica de Varea, Vicente Soler respondió con entrega y gusto. Fueron dos Soler prácticamente: del aguerrido al artista. Versión mejorada ante el quinto, y eso que del segundo había cortado dos orejas.

Fue excelente ese segundo, Comisario-51. Tuvo el don de la bravura noble. Por decir un pero, que no humilló con avaricia. Tras un inicio en el que Vicente Soler fue a banderazos con la capa, ya con la muleta se acopló pronto a la buena embestida. No fue tras el ceñido cambiado y la serie en redondo que le siguió. Sino a la siguiente. Distancia en el cite; galope en la embestida. Reunión, ligazón y un viaje hasta allá. Resolutivo el Burriana. Siempre adelante. Hasta alcanzar las cercanías y hacer tirabuzones con aquello. La estocada y las dos orejas.

Pero como luego vino Varea y marcó la línea argumental de la tarde, obligó a reinterpretarse. Y ahí Soler aprobó con nota. No pincha al quinto y se lleva otras dos orejas para el esportón.

Quizá el novillo más preclaro de salida. Ojinegro-43. Buena y variada ración capotera. Ahora sí. Mucho temple en el novillo y muy despacio haciendo el toreo Soler, casi obligado a sacar su veta más artística. Más encajado, más embraguetado, más recogido, más atrás, más adornado en los remates y, sobre todo, todo más despacio. Algún natural de esos de casi 360 grados y arrimón como desmotración de seguridad. Falló la espada. Ovación.

Francisco José Espada agarró sus trofeos por hacer honor a su apellido, sólo por eso se apuntó a la puerta grande. Porque de la suerte suprema salió el primer Fuente Ymbro sin puntilla. La faena no había relucido más allá de los arrebatos al rematar desordenadas series. El novillo no es que tuviera clase por arrobas. Escasito, de testuz acarnerada y trapío abecerrado; tuvo nobleza y rebrincada y repetidora embestida. Mas sorprendió demasiado a un Espada que se quedaba al hilo y cuando no en la pala para ligar o tratar desprenderse del pegajoso viaje, que manejaba de forma desordenada. Sin transmitir emoción. En medio de una sepulcral indiferencia. Solo los de pecho tenían su aquel y, debe ser por ello, salía arrebatado de la cara. El arrimón dio argumentos a favor del fuenlabreño. Resolvió ahí. La escoda fue letal. No dio tiempo a contar ni tres. Oreja.

Tres cuartos de lo mismo con el cuarto. Acelerado Espada. Desrazado el novillo. En lo fundamental siempre fuera, en la pala. Circulares y otro arrimón para reescribir la historia. Arreón de amor propio tras el suceso Varea. Y otra vez rindiendo el mejor homenaje al apellido. Espadazo y oreja.

Todos a hombros al final. Incluso el mayoral de Fuente Ymbro tras echar una novillada escasita pero noble y colaboradora excelente. Unos y otros soñaban si este o aquel le hubiera tocado al otro. Quién sabe. Hubo un momento en el que el toreo impactó y traspasó las barreras sensoriales de la emoción. Qué gozada. La ilusión del inicio se había multiplicado al final. Todos querían más Varea. El 21 de marzo en València parece buena fecha.


FICHA:
Plaza de toros de Castellón, 8 de marzo de 2015. Primera de la Magdalena. Novillos de Fuente Ymbro muy justos de presentación, nobles, encastados y a más en general. Destaca por completo el segundo, ovacionado como tercero o quinto al ser arrastrados. Francisco José Espada (oreja en ambos), Vicente Soler (dos orejas y ovación tras aviso) y Varea (dos orejas y ovación tras aviso). Por encima de los dos tercios (unas 6.000 personas).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Varea, torea y arrea!!!
Desde que le oí al maestro de la crítica taurina Barquerito hablar de él sin caballos le he seguido la pista...muy buenas mimbres...qué buen torero, que no se pierda...a cuidarlo!!!