03 junio 2015

#sanisidro15/ cuando el premio no existe (o es otro)


¡Eh! Y traga. Y da un paso más allá. ¡Eh! Y vuelve a tragar. Y de nuevo, así. ¡Eh! Pero además con suavidad. No embrutezcas el toque. Mira a los ojos, pero quiere traérlo por debajo del hocico. Tira, que ya se viene. Y no acaba de pasar el tren. No empujes ni abras hueco demás. Pero tira, remata y no le des ni media ventaja. No levantes de más ni menos. Y...  ¿Me quedo y ligo? ¿Pruebo? No, aseguro el muletazo. Trato de asegurarlo. Venga, da aun paso más allá. Y así, otra vez. La corrida de Cuadri fue como un ramo de rosas, un tanto marchitas, y repleto de espinas. O un rompecabezas al que conforme avanzaban cada una de sus lidias se sabía de sobra que faltaban piezas, pero el reto era jugar con ese vacio, tratar de ordenar lo que había. Busca y rebusca. Duda lo justo. Expon, pero mejor que lo sepas: el premio no existe (o es otro).


Un hombre el primero, y todos. Toda la seriedad del Cudri. Pero el primero no rompe. Lo mejor es el inicio por abajo de Encabo. Porque antes que lanzar la moneda había que poderle. Cosas de la casta. Pero 'Mandadero' mide, espera. Pone a prueba los corazones. Pero no se entregará. Otra cosa bien de Encabo es lo fácilo que lo mata.

Bajo. Hondo. Recogido de pitones. Recto de viga. Mucho remate. 581 kilos de toro en 'Fangoso'. Dormido en el peto. Se complica en banderillas. La corrida entera puso muy caros los tercios de banderillas. Arrea hacia adentro. Fernando Robleño lo abre por abajo. Otra vez el mando necesario. Traga y corrige. Bruto en el final. Gañafones como obuses queriendo atrapar la franela. Pero Robleño, ahí: lo rompe adelante y suaviza una embestida que pesa un montón antes, durante y al final. Por la zurda, ganando la acción. De uno en uno. Es mejor por ahí el Cuadri. Robleño no deja nada al azar y pisa los terrenos necesarios para que 'Fangoso' embista. La faena tiene una medida. Ovación tras seria labor.

Acaballado. Grande en sí mismo es 'Remendón'. Galope desordenado. Pero por el derecho gira la cara en las telas con buen aire. Tiene emoción. Hay un intento de quite de Alberto Aguilar en balde. No venía a cuento ni era toro de chicuelinas. Al final son capotazos de más. En el caballo no se destaca. Hay dos tandas en redondo. Con su pausa, sin inercia. Hay que torear. Exigencia y profundidad en la embestida. Nada se regala. Un esfuerzo mutuo: de torero y toro. Son dos tandas tras las que se para el toro. Incluso abre la boca. Y ni medio más tuvo ya. Muere de eso el toro, de puro esfuerzo, tras dos pinchazos.

El castaño cuarto, otro hombre. Sale dejándose ver. Sin prisas. Menudo es. Se apunta una ovación en Las Ventas, muy enamoradiza cuando se les presenta uno así, como 'Tejedor'. Remate en tablas. Cata la capa de Encabo y empuja por demás. Con todo ese trapío: Hondura, serio, astifino, puntas levantadas y estrecho de sien. Mal picado. Muy mal. En banderillas la emoción y entrega de Ángel Otero centran toda la atención. Primer par de enorme exposición, cuadrando en la cara. El siguiente choca con el testuz y los pitones y un tercero es a toma y daca. Orgullo de torero.

La casta brava de 'Tejedor' canta los medios. De rayas adentro espera y aprieta. Embiste con pies y necesita su espacio. Un primera tanda en el tercio rebosa carácter. Embiste con todo, pero entre muletazo y muletazo hay una mirada que debería descomponer al más pintado. Más hacia afuera, ya en los medios, mucho mejor. Luis Miguel Encabo matiene el pulso con tremenda sinceridad y sin volver la cara a ese torrente. Aunque tal vez en actitud demasiado defensiva. Emoción. Las miradas hielan, la entrega por el pitón derecho, la muleta presta. Por el izquierdo es otra película. La cara alta. El mismo poder. Menos mando en las telas. Cada vez queda menos. Por la derecha, un parón, otra que ve a Encabo demasiado al hilo. Dos avisos del toro bastan. Un trincherazo y 'Tejedor' que te manda a por la espada. Casta y poder. Enorme mérito de Luis Miguel Encabo; también de Otero.

'Bienvenido', el quinto, levanta al caballo y lo derriba en el primer encuentro. Buen aire en la salida. Robleño busca en el pozo. Tardea por de más. Y cada embestida cuesta lo que a otros una tanda de siete y el de pecho. Lo que no cabe es pitar a uno que se cruza y pelea embestidas. Si fuera a uno que lleva la lengua a rastras, pues todavía; pero no era así.

Cara arriba en el peto el sexto. Se llama 'Rastreador'. Empuja por un solo pitón. Feo estilo en los primero tercios. Da tres embestidas por el izquierdo. Se suceden los enganchones. Por el derecho peor. No lo ve Alberto Aguilar. Es un mar de dudas. Y abrevia. Sabe de sobra que el premio no existe.

¿O era otro el premio? Ser y sentirse torero, esos que hacen lo que muy pocos y llegan a donde casi nadie es capaz: ¡Eh! Y traga. Y da un paso más allá. ¡Eh! Y vuelve a tragar. Y de nuevo, así: ¡Eh!

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