La cuestión es delimitar eso del maltrato y bienestar animal. Quizá sea más fácil de lo que creemos, aunque a lo mejor el delimitar la cuestión podría molestar a más de uno y hasta podría ser que se le complicara la vida a esos que tanto aman a los animales. Podríamos hablar de que el maltrato y bienestar animal se empieza a producir en el momento en que a los animales se les obliga a vivir sin que se respete su condición natural, una forma de vida que respete sus condiciones naturales y que no reprima sus instintos
(...)
puede darse el caso que a los animalistas les sea más difícil explicar eso del bienestar animal en un piso de Canillejas, Moratalaz, la Prospe o Aluche, que a un criador de bravo del Campo Charro. Que hasta puede que si se consultara a algún psicólogo animal (¡Madre mía!, me horroriza solo decirlo), lo mismo nos descubre que una mascota no goza de todo el bienestar necesario si está encerrado en un piso durante todo el día, saliendo solo por la mañana y por la noche para hacer sus cositas y sus cosazas. Que eso de tratarle como un ser humano le desquicia más que le beneficia...
Pero claro, a estos animales les podemos subir al sofá, meterlos en la cama, ponerles un jersey a rayas y dar besos en el hocico y a un toro, una vez superados los quince días de vida, pues, ¿qué quieren que les diga? No es recomendable.
PS: Y a Enrique todavía se le olvidó hablar de esa técnica que tanta comodidad da a los amos de mascotas: la castración por sistema. Viva la desnaturalización.
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