Simplemente apabullante. Así se mostró un renacido Román en una tarde
en la que la vida y el toro pusieron a El Soro ante su realidad.
Tristemente incapaz. No hubo milagro ni sueño. La hazaña de hace un año
queda para la historia. El patetismo de hoy nos devuelve a la realidad.
Pero para llegar hasta ahí hace falta mucha torería, que nadie lo dude.
Ser libre y alcanzar la gloria o el fracaso está al alcance de muy
pocos.
Esa torería fue con la que Román afrontó la tarde y la vida
desde que el puto sistema taurino lo arriconó por la usura y la falta
de decencia del taurineo, que hace un año todavía no le había visto lo
suficiente las orejas al lobo. Ha vuelto Román; renacido, renovado y
voraz. 'Volverás a brillar' se llama el nuevo tema de La Habitación
Roja. Perfecta banda sonora para la tarde. Román la hizo realidad y con
su actitud, además, rindió tributo al espíritu del Soro.
Román no
dejó pasar la mínima ocasión para hacerse presente. En la tercera vara
que tomó el primero ya se fue Román al quite. A los medios, con el
vendaval arreando y el toro campando a sus anchas, haciéndose fuerte
ante la pésima lidia que se le administró. Chicuelinas por tafalleras de
atragantón para decir, aquí estoy yo.
Román echó una tarde como
para que le abran la puerta del vagón del cambio. A punto estuvo de
derribar la puerta grande. Lo que sí derribó son fantasmas, convenció a
los que dudaban y sorprendió. Fue el único que arreó y, por supuesto,
quien llevó la manija de la tarde. Y llegado el momento fue Román el
verdadero portador del espíritu del Soro. Renovado y apabullante. Quiso
siempre toro. En todos los tercios, en todos los terrenos. Sacó la
cartilla y demostró que la tenía al día de lo que exige el escalafón de
hoy si de verdad se quiere competir.
A su primero, uno de Capea
alto de manos y manso y desarazado para variar, le echó rodillas al
suelo para torear por verónicas. Abortar misión: se queda corto y le
falta celo. Como decía Chenel: Al manso espéralo en los medios. El quite
por saltilleras en el platillo, capote a la espalda, es de tremebunda
firmeza y ajuste.
Escalofriante inicio de rodillas, otra vez en el
centro. La muleta por delante para sujetar la oleada del manso. Un
apunte: el otro día un recortador hizo un quiebro de rodillas y se pasó
una vez --una-- al toro por el pecho; hoy Román se lo ha pasado tres
veces queriéndolo gobernar, además, con la muleta. De rodillas, claro.
Otro golpe del torero de Benimaclet. Manso, rajado y pacífico; se
llamaba 'Bondadoso'. Poco le aguanta en terrenos de afuera. Siempre
persiguiéndolo, ganándole la acción. Con ajuste y tratando con suavidad
los toques. Al natural lo mejor. Volándole como antaño y más vertical.
Pero convencer al toro es imposible. Román, atornillado. Entre los
pitones ya en tablas. Relajado e inteligente en la cara del toro.
Empujando muy de verdad. Las bernardinas se suceden rozando esa
taleguilla de corazones, grana y oro. Se atraca en la estocada y se le
va contraria y, además, le hace pelín de guardia. Pese a eso y dos
descabellos, la petición es mayoritaria, pero queda sin premio. Vuelta
al ruedo.
Román vuelve a hacerse presente en el quite al quinto.
Otra vez dueño y señor de la escena; en el mismo platillo liga las
espaldinas sin enmendarse y remata con un insultante farol de rodillas.
Para entonces Román brillaba en todo su esplendor.
Su convicción
no admitía dudas. El espíritu del Soro lo recogía del esportón del de
Foios, un Foios por el que Román también pasó algunas temporadas dándole
patadas a un balón: dicen sus entrenadores que de cabeza iba fenómenal.
Que no le tenía miedo a nada. Y de cabeza sigue yendo fenómeno y de
valor ni te digo. El caso es que recogió el espíritu del Soro, se lo
pediría prestado: maestro, que me hace falta ahora, me lo deja; y se fue
a porta gayola. Una larga de cuerpo a tierra y tres más en cualquier
terreno, ofreciendo el pecho. Las verónicas, chicuelinas y el estallido
de la serpentina. Qué bueno verle las orejas al lobo, qué buen invierno
has echado con Manolito Sánchez y compañía. Qué actitud de torero.
Ni
raza ni entrega este sexto, 'Botinero', que enseñaba las puntas y era
desagradable y con genio. Román no le duda. Raúl Martí, qué gusto da
verlo con los palos, andarle al toro y dejarse ver. Inicio por
estatuarios con excelente resolución. Un cambio de mano; más por abajo y
el del desprecio. Luego son puñetazos, la zapatillas agarradas y las
tarascadas viajando de acá para allá. Valor por arrobas. De un gañafón
defensivo se libra de milagro. Y Román, el cambiado por la espalda, la
arrucina obligada. La sorpresa y el arrimón inverosímil. La manera de
tirarse a matar. Qué hambre. Qué oreja y cuanto por decir tiene este
Román.
La de Capea en sus diferentes hierros tuvo seriedad, cuajo y
hondura murubeña hasta decir basta, pero muchísima mansedumbre. De
aires pacíficos casi todos, salvo ese primero que le correspondió al
Soro. Toro de poder, manso y aquerenciado. Incapaz El Soro y la
cuadrilla en la lidia. Se apoderó de la situación el bicho y bronca de
las de antes.
Algo no encajaba en la mirada de El Soro. No sonrió.
La esclavina al cogote en el paseíllo. Ese murube geniudo totalmente
aquerenciado al minuto uno. Las facultades de El Soro y la pierna
biónica que no obra el milagro. El amago en el cuarto: por verónicas lo
bordó, ganó terreno, se confió y levantó a la plaza. Hay una francamente
buena. Hay clase en la embestida, que planea. Un quite por chicuelinas
soristas... pero el tal 'Lagartijo' no entiende de qué va aquello y se
para en exceso. El Soro duda, no le llega y entrega las cartas. Nunca
antes lo había hecho; sólo hoy.
Jesús Duque completaba el cartel y
en ningún momento quiso distinguirse. Entre tímido y educado toda la
tarde. El escalafón no está para eso precisamente. Con su primero
alcanzó a tejer una buena serie. Sobre la diestra, ligó y se descolgó de
hombros, entregado, la planta bien atalonada. No repitió ese nivel. Ese
'Romerito' --otra vez nos acordamos de Chenel-- tuvo nobleza y una
mansedumbre pacífica. Muy bajo y de frente muy rizada. Ya queriendo
humillar nada más salir de chiqueros. A menos el toro, Duque se afianzó
entre los pitones con esfuerzo. Pichazo saliendo cogido de mala manera y
estocada perpendicular dieron paso a una ovación tras escasa petición.
Al
quinto lo inició con una cambiado por la espalda. Esas primeras
arrancadas de 'Pies de Plata' desbordaron. Por descompuetas y brutas.
Luego Duque se vio abocado a los terrenos del toro y ahí se paró.
Insistencia infinita. Al final dos naturales, muy cruzados y de uno en
uno, empujando mucho una embestida que no quería. El aviso cae antes de
tomar la espada. Palmas.
La realidad del toro enfrentó a El Soro
con su realidad y reclamó misiones grandes a Román, que de alguna
manera, le rindió triubuto al de Foios.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza
de toros de Valencia, 16 de marzo de 2016. Sexta de la Feria de Fallas.
Toros de Carmen Lorenzo (1º y 6º), San Pelayo (2º y 4º) y El Capea (3º y
5º) serios y bien presentados, pero mansos y desrazados. El Soro
(bronca y pitos), Jesús Duque (ovación y ovación tras aviso) y Román
(vuelta al ruedo tras aviso y petición y oreja). Dos tercios (cerca de
8.000 espectadores).
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