16 abril 2016

de la sobredosis de cuvillos: morante con la palma, el valor de roca rey y lo que cuelga...

Una sacudida como la de la tarde histórica de los Victorinos encontraba su continuación con una sobredosis de Cuvillos. Dos corridas seguidas para que pasara cualquier cosa en dos carteles fortísimos. La papeleta no era moco de pavo después de la demostración palpable y patente, hasta el llanto emocionado, de la bravura con 'Cobradiezmos', el toro indultado.

De doce Cuvillos, el lote se lo llevó un José María Manzanares que hace siglos que no cuaja un toro. Ya es casualidad que de doce, te lleves el lote que era de cuatro orejas, cuando el resto navegan en la previsible vulgaridad. Por cierto esta feria muchos la han querido medir por ahí. Tanto vale, tanto logras. Mala cosa. Ni que esto fueran habas contadas. El toreo es otra película. Hay toros que nadie es capaz de torear como Morante por muy borregos que parezcan y hay toros que son más toros que ninguno y la mayoría pegarían el petardo. Por ejemplo, con Cobradiezmos. ¿Me explico?


El caso es que por fin Morante cuajo una faena a ralentí en su último toro de los ocho que le han salido en sus cuatro tardes sevillanas de primavera. Otra casualidad. Cuatro tardes queriendo hasta incluso pasarse de rosca, llegar en uno a los escuchar tres avisos y en otro rozarlos. Pero ocurrió el milagro con Dudosito. Primero a la verónica. Monumental. Qué poco le hace falta al genio de La Puebla para cuajar un toro de capa. Y luego con la muleta. Toreando con la misma palma, roto, hundido, apretado y natural. Escultórico. El inicio con el cartucho cambiado en una nueva evocación a la historia del toreo sevillano, que tan bien ha ido recopilado José Morente en su blog a lo largo de feria.

Faena de forma y fondo que sucedió a cámara lenta. Sentida y barroca. Caricia y arrebato. Bramó La Maestranza con su torero por fin. Se lo merecían. Se necesitaban.

Que al finalizar todo Morante y #DíaMundialdelArte fuesen primero y segundo, respectivamente, en la lista de trending topic no debía ser casualidad.

A kilómetros, en el bar, en Foios, también brincamos. Yo fui el que avisó, que 'Dudosito' iba a ser. Luego se nos pusieron los bellos de punta y pedimos más cerveza para alegrar los corazones. El bar, claro, estaba lleno como en un partido de Champions y dábamos voces de pura felicidad porque Morante hacía el toreo.


El valor de Roca Rey eclosionó. Si no abrió la Puerta del Príncipe fue por la espada. Porque la Roca fue de duro y arrollador valor. La tarde era para él hasta que la caja del arte de Morante se abrió con ese Cuvillo noble y blando y que tuvo voluntad de seguirla, de resbalarse. Roca, por su parte, lo inventó en terrenos inverosímiles. Donde es Rey. Más quieto que nadie. Pero más que arabescos y sorprendentes cambios y arrucinas, lo despacio y profundo que toreó sobre ambas manos en lo fundamental. Y no era fácil. Ahí está su futuro, presente ya con 19 años y siete meses de alternativa. Corto una oreja a un lote de ninguna siguiendo la teoría de muchos, y por momentos pareció tener al toreo entero agarrado por la pechera. Solo cortar una oreja me da que lo que hace es alimentar todavía más a la bestia. Y en Madrid tiene tres tardes.


Cayó El Juli. Cerebral en su primera faena. En exceso. La tarde le sorprendió en el quinto. Roca la puso a 100 y Morante la elevó a los cielos. La ciencia ya no valía. El Juli parecía estrellarse hasta que descubrió una embestida que deslizó cuando la empujó con temple y en los vuelos. Casi como un milagro. Pero hubo 15 de esas. De poner el alma. Pero en una de esas, en un de pecho, el toro se le quedó debajo y lo cazó. Cornada en el glúteo. En el suelo le pasó los pitones por el pecho. Ahí lo perdona. La tarde se ponía más tensa y cara.


Es lo que le faltó justo a la de la víspera. Conformista Manzanares. Una y una en el lote de ensueño. Castella, atenzado e impotente en La Maestranza, se estrelló. José Garrido fue el que dio el salto. Faena de poder. Muy comprometida y volteretón al intentar cobrar la estocada. Otro que tal, este Garrido, que no viene aquí a pasar el rato.

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