La ganadería de Victorino Martín por la noche agradecía la pasión y ofrecía datos sobre el toro que en breve volverá a la finca:
Esto dicen las crónicas:
Álvaro Acevedo
su embestida, desde el primer muletazo hasta el último, fue colosal. Intensa y profunda; larga y franca; rítmica y noble; fuerte y sin embargo templada; humillada y a la vez orgullosa. “Cobradiezmos” se deslizó por el albero como la lengua húmeda en una espalda blanca; y su entrega supo a ese beso eterno de los labios que se fueron. Manuel le plantó cara con valentía y sinceridad, toreó con ligazón, jamás cedió terreno, corrió la mano en muletazos muy largos, sometió la embestida por momentos y estalló de júbilo cuando el presidente concedió, legítimamente, el perdón del grandioso toro de Victorino Martín.
Carlos Ilián
Cobradiezmos, de Victorino Martín, nacido en diciembre de 2011 y que pesó 562 kilos ha llevado a su ganadero a los altares de la Real Maestranza por su bravura infinita, esa embestida asombrosa, dejando auténticos surcos en el albero sevillano de como humillaba en la muleta y una fijeza que no varió en toda la lidia.
Zabala de la Serna
Y el nombre del victorino Cobradiezmos subió a los anales de la historia de la Maestranza con su indulto. Un toro bravo. Humillador y repetidor. Unas hechuras de ensueño. Manuel Escribano colaboró en el perdón de su vida. Porque potenció todas sus virtudes con sitio y cabeza
Luis Nieto
Tras una feria marcada hasta el momento por un ganado bajo mínimos, en la que el tercio de varas casi había desaparecido por arte del birlibirloque, o sea de las figuras que traen el medio toro, la corrida de Victorino Martín, variada en su juego y cumplidora en el primer tercio, supuso una reconciliación con el toro de lidia. Del encierro, destacó por su extraordinario juego el cuarto, Cobradiezmos –número 37, de pinta cárdena, de 562 kilos de peso y nacido en diciembre de 2011–, que fue indultado por Manuel Escribano.
Álvaro R. del Moral
Manuel Escribano debió salir en volandas por la Puerta del Príncipe después de indultar al Cobradiezmos, ese gran ejemplar de Victorino Martín que nos llevó a los mejores fueros de la vacada del supuesto paleto de Galapagar.
Patricia Navarro
De pronto se abren puertas hasta entonces infranqueables. Pocas cosas dan más sentido a este mundo de locos, abocados a la clandestinidad que perdonar la vida al toro. Y cómo reconforta pensarlo al rato. Difícil será olvidar a este «Cobradiezmos» que tenía bonito hasta el nombre. Precioso el Victorino de hechuras, la forma de los pitones, lo hondo que era de agujas, la seriedad de su cara y la franqueza en la mirada. El toro lo regaló de salida. Le dijo a Escribano: «Ahí lo llevas», descolgando el cuello con una claridad en el capote que alimentaba las ansias de repetir, aunque fuera de lejos, la volcánica intensidad que nos había dejado Paco Ureña en la faena anterior.
Antonio Lorca
Asistir en directo al indulto de un toro sensacional, bravo en los tres tercios, encastado y noble, un animal cuajado de virtudes, es una experiencia que queda para siempre en el corazón; un episodio histórico que reconcilia con la tauromaquia, reconforta el sacrificado ánimo y compensa de tanto aburrimiento y desesperación.
Andrés Amorós
Por petición unánime, se indulta al cuarto toro de Victorino Martín, “Cobradiezmos”, cárdeno, de 562 kilos, marcado con el número 37, que le ha correspondido a Manuel Escribano. Sucede, en esta Plaza, a “Arrojado”, de Núñez del Cuvillo, indultado por José María Manzanares, y al novillo “Laborioso”, de Albaserrada, que correspondió a Rafael Astola.
Para el tercer toro, “Galapagueño”, se ha pedido la vuelta al ruedo, que, para mí, merecía.
Barquerito
un cuarto engatillado, cárdeno, bajo y anchito, de impecables hechuras. Escribano se fue a porta gayola para librar la larga cambiada de rodillas y, en pie, una gavilla de lances de limpio y amplio vuelo. Entonces sorprendió el toro con su codicia, prontitud, una manera de repetir que no se estila.
Paco García
Lo del cuarto, número 37, 'Cobradiezmos' de nombre, de pelo cárdeno y 562 kilos de peso, fue histórico desde la portagayola inicial hasta que los cabestros se llevaron al toro después de su indulto.
1 comentario:
COBRADIEZMOS
“Toro que humille, que fiel repita, la fiesta brava . . . lo necesita.”
Plaza de toros, la de Sevilla,
faena cumbre, ¡qué maravilla!,
tarde de magia, genial, sutil,
magno festejo, feria de abril.
Sobrio vestido, de serio traje,
flor berenjena con azabache,
“portagayola”, no ha sido en vano,
suertes variadas, las de Escribano.
Sobre su clase, dudas despeja,
por banderillas, ninguna queja,
la tauromaquia presta surgía,
en los tendidos, . . . algarabía.
Cárdeno astado, cara bonita,
de hechuras finas, ¡la gente grita!,
cumple la cita, franca arrancada,
acometiendo, la fuerte vara.
Es “Cobradiezmos”, apis soñado,
bravo, embistiendo, muy humillado,
con punto fino de transmisión,
su recorrido causó emoción.
Gloria al encaste de Victorino
Martín, fiereza, de gen genuino,
ganadería de historia ardiente,
en su dehesa, crianza ferviente.
Triunfo del arte, Real Maestranza,
pañuelo terso, color naranja,
premio simbólico, ambas orejas,
Manuel, anhelo, sus “ansias viejas”.
Indulto es grato perdón de vida,
al toro, pronto, curarle heridas,
que vuelva al campo, enamorando,
a sus vaquillas, feliz . . . padreando.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 13 de abril del 2016
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
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