28 abril 2017

el juli y su trance sevillano


El trance sevillano de El Juli. Su mirada echaba fuego tras aquel quite por cordobinas al primero de su lote. Apretado. Tenso. Como enfadado con el mundo. No hubo sonrisa hasta que agarró la oreja del quinto. Por una faena de mucho pulso, de mano baja, a un toro que venía muy despacio, pero que metido en la muleta la empujaba con casta. Muletazos en redondo y ligados de enorme mérito. Porque el animal se recrecía a partir del tercero y todo se jugaba en una baldosa. Ahí estaba el mérito. La verdad.

El Juli estaba en trance. De capa se gustó, incluso quiso dormirse. Y de muleta arreó.   Ya con ese gordito de Garcigrande que hizo segundo. 600 y pico kilos. Lo único a favor del toreo, que era cuesta abajo. La faena quedó entre técnica, estética y tensionada. Pronto le soltó la cara al verse sometido por diestra. Con la zurda se quiso dormir vertical Julián. Faltó chicha. La faena quedó en interesante esbozo para lo que vendría después. En trance El Juli. Mejor don Julián.

La corrida de Garcigrande no era para Sevilla. Pesada, gorda.  Basta de hechuras. Y además, la casta, doliente. Morante sin opción para abrir ningún tarro. Talavante no pudo dar ni uno al sexto, otra mole. Al tercero, que traía la embestida como cocinada, se la cató sin probaturas. Pero como la tarde, el toro venía pasado por agua. Talavante se acompasó. Flotó por momentos. Y es que la tauromaquia de Talavante ¿cuándo se hunde? Yo me entiendo.

Pues esto fue y lo que no pudo ser. Esto y dos pares enormes de Juan José Trujillo en tarde sin billetes.


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