... o cómo ganar votos sin hacer nada
"I la veritat és que, pel que es refereix a les Illes i al País Valencià, ben sovint el fenòmen no és res més que allò que acabo d'insinuar: una repugnància al nom. Al nom i no a la unitat", va dir Joan Fuster.
Me parece que en las Baleares ya no suceda, dudo que sucediese en algún momento, ese miedo (repugnáncia la llama Fuster) a no sé qué (al nombre, lo indentifica Fuster) . No así en Valencia, la Comunitat que hemos dado en bien llamar para que chirrie lo menos posible el oído a todo aquel demasiado sensible.
El valenciano, (no basta con decir únicamente valencià, cal afegir alacantí i castellonenc) tiene un oído muy sensible, sobre todo el que es de la capital -València-, de cuna o cama de matrimonio, tiene cierta edad, se emociona, aunque lo justo, cuando suenan los compases del "Per ofrenar", su regionalismo le pide más, tiene por costumbre hablar el castellano dejando el idioma propio (el prefijo im- podría ir sin problemas por delante en este caso) para lo actos oficiales donde no queda más remedio y se afilió al PP (pasando previamente en pleno crecimiento adolescente e "ideológico" por cualquier partido regionalista en su momento). El caso de Francisco Camps, hoy nuestro presidente, y los de su generación.
El regionalismo ejercido en los últimos años se ha movido en términos acuáticos. Ahora, televisivos. Pero en una campaña más tapada. Saben que juegan con un arma de múltiples filos. El agua, en cambio, queda lejos, y sólo consiste en pedir, pedir y volver a repetir el discurso cuantas veces sea necesario, posible, que es como dar en estos momentos palos de ciegos, hacer como si se hiciese pero en realidad no se hace nada, sólo pedir, pedir. Y así llevan tres años,dicen que continua la sequía y no han propuesto ninguna otra solución efectiva en el corto plazo. La pregunta a realizarles es: qué coincidieron gobiernos de mismo signo aquí y en Madrid, 8 años; pues el agua no avanzó en ese tiempo.
Ahora se trata de levantar la voz y tratar de callar a la otra, pero sin armar demasiado ruido, no sea cosa que ponga la tele en nuestra contra. Y volvemos al principio: Qüestió de noms, el último titular responde a aquellos tiempos infantiles de este País (Valencià) o Comunitat. Dice: "El Gobierno valenciano acepta un acuerdo con Catalunya si TV3 respeta la denominación de Comunitat Valenciana".
Y como bien decía Fuster, que no siempre, aclarar, dijo bien, era algo a menudo propio del País Valencià (Comunitat Valenciana también), en Catalunya ya manejan sin problemas la idea y no descartan eliminar el término País Valencià, como exige el Consell que preside Camps y parece que vayan a enredarse con nombres.
La pregunta que queda es ¿por qué ahora la Generalitat Valenciana está empeñada en cortar la emisión de TV3 más de 20 años después de estar llegando a los valencianos? Sin duda, ahí a la vuelta de la esquina están las elecciones y los nervios propios. Capaces de acabar con la emisión Camps y los suyos serían, ya lo creo, pero no les saldría rentable.
Ganan más con el nombre. Al valenciano medio, de centro derecha, regionalista de boquilla y castellanoparlante en la oficina, el bar y en la intimidad, la lengua, el tener un espacio más o menos en la lengua de su "Comunidad" pues le trae más bien sin cuidado. Ahora eso de que te llamen País ("como los vascos" será capaz de decir algún trompellot) no: "no, no, no". Comunidad, Comunitat, oye: y se apuntará la victoria como si le hubiese hecho una manita al Barça. Porque esta Comunitat Valenciana, la que tiene mando en plaza por el momento, funciona así: por goles, monumentos ostentosos como si la ciudad fuese la fallera mayor y tuviese que lucir el mejor vestido y el ajuar más reluciente y palabrería de la que poco o nada importa su contenido.
No es una qüestió de noms, es cómo ganar votos sin hacer nada.
"I la veritat és que, pel que es refereix a les Illes i al País Valencià, ben sovint el fenòmen no és res més que allò que acabo d'insinuar: una repugnància al nom. Al nom i no a la unitat", va dir Joan Fuster.
Me parece que en las Baleares ya no suceda, dudo que sucediese en algún momento, ese miedo (repugnáncia la llama Fuster) a no sé qué (al nombre, lo indentifica Fuster) . No así en Valencia, la Comunitat que hemos dado en bien llamar para que chirrie lo menos posible el oído a todo aquel demasiado sensible.
El valenciano, (no basta con decir únicamente valencià, cal afegir alacantí i castellonenc) tiene un oído muy sensible, sobre todo el que es de la capital -València-, de cuna o cama de matrimonio, tiene cierta edad, se emociona, aunque lo justo, cuando suenan los compases del "Per ofrenar", su regionalismo le pide más, tiene por costumbre hablar el castellano dejando el idioma propio (el prefijo im- podría ir sin problemas por delante en este caso) para lo actos oficiales donde no queda más remedio y se afilió al PP (pasando previamente en pleno crecimiento adolescente e "ideológico" por cualquier partido regionalista en su momento). El caso de Francisco Camps, hoy nuestro presidente, y los de su generación.
El regionalismo ejercido en los últimos años se ha movido en términos acuáticos. Ahora, televisivos. Pero en una campaña más tapada. Saben que juegan con un arma de múltiples filos. El agua, en cambio, queda lejos, y sólo consiste en pedir, pedir y volver a repetir el discurso cuantas veces sea necesario, posible, que es como dar en estos momentos palos de ciegos, hacer como si se hiciese pero en realidad no se hace nada, sólo pedir, pedir. Y así llevan tres años,dicen que continua la sequía y no han propuesto ninguna otra solución efectiva en el corto plazo. La pregunta a realizarles es: qué coincidieron gobiernos de mismo signo aquí y en Madrid, 8 años; pues el agua no avanzó en ese tiempo.
Ahora se trata de levantar la voz y tratar de callar a la otra, pero sin armar demasiado ruido, no sea cosa que ponga la tele en nuestra contra. Y volvemos al principio: Qüestió de noms, el último titular responde a aquellos tiempos infantiles de este País (Valencià) o Comunitat. Dice: "El Gobierno valenciano acepta un acuerdo con Catalunya si TV3 respeta la denominación de Comunitat Valenciana".
Y como bien decía Fuster, que no siempre, aclarar, dijo bien, era algo a menudo propio del País Valencià (Comunitat Valenciana también), en Catalunya ya manejan sin problemas la idea y no descartan eliminar el término País Valencià, como exige el Consell que preside Camps y parece que vayan a enredarse con nombres.
La pregunta que queda es ¿por qué ahora la Generalitat Valenciana está empeñada en cortar la emisión de TV3 más de 20 años después de estar llegando a los valencianos? Sin duda, ahí a la vuelta de la esquina están las elecciones y los nervios propios. Capaces de acabar con la emisión Camps y los suyos serían, ya lo creo, pero no les saldría rentable.
Ganan más con el nombre. Al valenciano medio, de centro derecha, regionalista de boquilla y castellanoparlante en la oficina, el bar y en la intimidad, la lengua, el tener un espacio más o menos en la lengua de su "Comunidad" pues le trae más bien sin cuidado. Ahora eso de que te llamen País ("como los vascos" será capaz de decir algún trompellot) no: "no, no, no". Comunidad, Comunitat, oye: y se apuntará la victoria como si le hubiese hecho una manita al Barça. Porque esta Comunitat Valenciana, la que tiene mando en plaza por el momento, funciona así: por goles, monumentos ostentosos como si la ciudad fuese la fallera mayor y tuviese que lucir el mejor vestido y el ajuar más reluciente y palabrería de la que poco o nada importa su contenido.
No es una qüestió de noms, es cómo ganar votos sin hacer nada.
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