06 septiembre 2007

los políticos en campaña como a dieta

Cuando el verano se cierne y cada vez lo hace antes, como la navidad y cualquier otra estación en El Corte Inglés, surge la premura entre el personal de ponerse en tipo. Otro, diferente al que tenemos en el momento. En la oficina y en la barra del bar y en los probadores entre suspiros de respiración contenida, se empieza a oír allá por abril aquello de la “operación bikini”. Es un consenso social del que están exentos los cuerpos danone y los que no tenemos arreglo. Luego qué sucede, que superada la prueba de alcanzar julio entipados y entipadas seguimos la máxima belmontina y como que nos olvidamos del cuerpo. Se nos hace septiembre y estamos otra vez en las mismas, a modo de consenso social, excepto los cuerpos danone y los que no tenemos remedio, que estamos ahí para confirmar la regla.

Lo mismo sucede en política. Excepto los que no tienen remedio, véase Rosa Díez, o los que no tenía otro remedio como los navarros, durante el estío los capitostes se han abandonado. Salvo inusual aparición de unos y otros, rodeados por palmeras y en mangas de camisa, ha predominado la calma chicha y eran los becarios de turno los que ponían la música de fondo. Pero ha sido llegar septiembre, dejar pasar unos días para hacerse a la rutina, y como la primavera en El Corte Inglés, ya podemos decir que estamos en campaña electoral, como a dieta.

Llegará un día, y será lo más sensato, que el espacio de cuatro años que se conoce por legislatura se llamará campaña, y viceversa. Porque quién no ha visto en vísperas de acudir a las urnas a las tantas de la madrugada pintar las rayas de las calles de blanco impoluto. Así con todo, la legislatura propiamente dicha durará los quince días que ahora ocupa la campaña, y en ese tiempo se hará lo demás, o sea, todo. Para tener frescos los recuerdos.

Por eso los políticos ya se están poniendo en forma con siete meses de antelación. Luego, lo que sucede es que casi ninguno tiene remedio. Se miran en espejos estadísticos que los fieles dietistas les cocinan a medida y nosotros somos buenos, como con los amigos –“pero que bien te veo, ¿has adelgazado, verdad?” y es una trola como un olla-, y hacemos, cada uno con su bando, terapia de tupido velo: bien con la matraca del 11-M o con una negociación en la que se acabó pecando de primos. Sin duda, cada vez como que estamos más convencidos: entre la fauna que habita la cosa pública escasean los cuerpos danone, pero es una perfecta excusa para ilustrar un post con una bonita foto de Cindy Crawford. Que me apetecía.

No hay comentarios: