19 noviembre 2007

un torero llamado tomás sánchez (y III)

Es este el último capítulo dedicado al torero Tomás Sánchez. A la revelación y confirmación de un torero que parecía olvidado, totalmente parado. Apenas diez veces mal contadas se había vestido de luces desde que un día de mayo de 1997 había recibido la alternativa. No tuvo más que esperar nueve años y dos días para que de nuevo se le cruzase una de las pocas oportunidades que se le habían concedido, y que ésta coincidiese con la lograda madurez.

Torero en sazón, ese grado que aporta la cabal necesidad para ser "capaz de ligar el toreo y construir una faena en no más de diez metros cuadrados", y saber que no se ha conseguido por casualidad. Grata sorpresa, tendría premio y volvería a lograrlo. Se había hecho el hueco ya, y por eso, por méritos propios estuvo anunciado en las Fallas de 2007 en una tarde de esas que ni fú ni fá, fue capaz de dejar las cosas como estaban: con el crédito intacto. Fue el día en el que volvió a relucir la zurda de El Califa y los samueles salieron mansos.

Pero para el resto del sistema, no haber puntuado era como si nada. La memoria volvía a fallar y los augurios volvían a ser pesimistas. Como si el triunfo en la pasada Feria de Julio no existiese, de nuevo tocaba esperar. Cuatro meses más parado. De nuevo en julio y en la última, fuera de abono y otra vez con los de siempre, en una de esas en la que te pueden tocar la campana.


Sonaría, pero la de la gloria: "
Hubo uno que tocó el cielo con toda la palma de la mano y fue Tomás Sánchez. Imposibilitado ante el primero que no tuvo ninguna inercia para embestir por más que se colocase el de Rocafort en rectitud, fue en el quinto en el queTomás Sánchez se despojó de toda la torería que atesora y al marcado con el hierro de Abilio y Ramiro Hernández, el segundo hierro de Los Bayones, le cuajó una gran faena por naturales.

Poso, espuma y espesura, caldo completo de torero el de Tomás Sánchez, que se reveló en los tres tercios. En tono menor con la capa, en un gran tercio de banderillas y en una faena de muleta compacta e inspirada. Cierto es que Bailador, que así se llamaba el toro, salió con clase, haciéndolo todo por abajo, peleando en varas con fijeza en dos puyazos en regla y que llegó a la muleta como si fuera un examinador del valiente de turno que se le pusiera delante. O la gloria o la nada.

Inicio arrojado con ambas rodillas en tierra, una primera serie con la diestra, y de ahí a la zurda. Series largas, templadas, profundas, cargando la suerte, el torero enfrontilado. Enganchando por delante el viaje, haciendo crujir al toro detrás de la cadera. De hasta cinco naturales así de largos y el de pecho de corazón. Cada vez más despacio, con toro y torero, ambos, en suerte. Hasta cuatro series, el torero amo y señor y el toro que acabó marcando los adentros. La estocada, arriba, dos orejas de ley.

Era la viva imagen de la felicidad, la que contagia al aficionado..."

Al día siguiente, como hace una año, la realidad le despertaba a eso las cinco de la mañana para ir al Mercat Central a atender su clientela. Era la segunda vez que se vestía de luces en la temporada y la suerte esta vez cambiaría. A los tres días, hacía el paseillo Espinoso del Rey, y luego vendrían más, hasta sumar 12 festejos en la temporada de 2007. En unos meses volverán las Fallas y tal vez de nuevo esté obligado a triunfar para armar su temporada. No debería ser así porque de lo que es capaz Tomás Sánchez ha quedado demostrado con creces. Pero, seguro, no bajará la guardia.

Publicidad aparecidad en la revista Aplausos. Fotografía Moratalla Barba.

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