La Feria de Fallas ya a punto de despeguar hacia el desideratum, sigue sin levantar cabeza. La segunda corrida del ciclo, de María José Barral, tuvo cuajo y definidas bonitas hechuras, tenía cuernas bonitas, acapachadas y sobradas de seriedad de no haber sido sospechosamente manipuladas. Lo cantó el sexto que saltó a la plaza despitirrado del derecho.
Rayando los límites de su condición de toro, por su evidente falta de remos, sacaron fondo suficiente de nobleza y casta para seguir las telas. El sexto, el que saltó con pitón abierto como una amapola por primavera, o como la boca de una cobra dispuesta engullir, embistió de dulce, con ritmo, arrancándose a la distancia donde presentaba la muleta Serafín Marín, que pareció verlo todo muy claro y transfigurarse por momentos. Cuajo por momento el toreo con la izquierda y con la diestra de manera muy natural e hizo rugir a la plaza de verdad por momentos. Le faltó redondear del todo, que aquella serie con la zurda en vez de esbozo hubiera crujido rotunda, por ejemplo. Y la espada, por supuesto, de no haber fallado ahí se hablaría de un triunfo serio del catalán Serafín Marín en Valencia.El tercero, del que a su favor hay que decir que tuvo suficiente poder patas para no caerse, que ya es hoy en día, protestó al sentir la puya y de igual forma respondió a la muleta que le presentó Marín y al final no hubo acuerdo. La estocada buena.
Uceda Leal lo dejó todo a medias, como suele por unas cosas u otras, aunque todos intuyen en este torero que es capaz y que atesora mucho más como torero. Su primero fue un carretón, que se derrumbó al comenzar la faena, y Uceda Leal lució en una faena con excelentes pasajes de toreo que recordaba al de salón, muy despacio, casi perfecto, con naturales eternos y enroscadísimos, pero no tuvo más que quedar a mitad, porque ya no daba más de sí. El premio, tras estocada de la casa, vuelta al ruedo. Mucho menos daría el quinto, que no presentó la mínima emoción en su quehacer en el ruedo y eso dicen que se debe a la falta de casta, un discurso breve pero que se está repitiendo demasiado estas fallas. Contagiado, Uceda anduvo más destempletado, pero eso sí, la estocada otra vez arriba.Javier Rodríguez, sobrino del empresario, abrió tarde bastante sereno con lanceando al primero, acapachado, bien hecho y musculado. Pero tras la primera vara, fuerte, se pegó un volantín y quedó en flojo. No pondría en ningún aprieto a su matador hasta la suerte suprema en la hubo cinco pinchazos previos a la estocada. Ante el tercero Javier Rodríguez presentó mayores dudas, un toro de condición noble y poco fuelle.
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