Llego [Vía :: Toro, torero y afición] al artículo de Antonio Muñoz Molina titulado Arte de matar. No le gustan los toros, pese a la influencia paterna, y por ello se vanagloria. Se considera poco más que un privilegiado o un avanzado a su tiempo, que pensaba que iba a ser otro, y dice que siente "vergüenza" de su país y "un aburrimiento sin límites". Lo mismo, podría decir cualquiera que en estos tiempos siente asco por la absurda vanidad que luce esta sociedad y que la máxima expresión de la crudeza y la verdad de la vida la encuentra en una plaza de toros, y que todo lo demás le aburre por su postiza y falsa modernidad.
Probablemente mañana se le volverán a revolver las tripas cuando la portada de cualquier medio de referencia sorprenda con la imagen de un José Tomás triunfante, herido y heroico. Seguirá en su desolación sin comprender, como sí comprendía su padre, desde su butaca de Académico o desde su neoyorquino Instituto Cervantes lo que es, sí, el arte de matar.
"Mentes selectas han decidido que las corridas de toros son alta cultura: no deberá extrañarnos que fuera de nuestro país mucha gente siga pensando que toda nuestra cultura son las corridas de toros. Si yo fuera pintor español, incluso si fuera pintor español aficionado a los toros, me causaría cierta desolación que el único artista español digno de la atención del crítico estrella del New York Times sea el torero José Tomás."
Foto: Reuters
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