A partir del post de Toro, Torero y Afición dedicado a Ortega Cano, me ha venido a la mente la última vez que el de Cartagena, vestido de nazareno y azabache, derrochó torería de la buena en Valencia. Fue en las Fallas de 2001, concretamente el 16 de marzo.
Joaquín Vidal tituló la crónica de aquel día "El toreo lo firmó Ortega Cano", y empezaba así:
"El único toreo que se vio en la tarde llevaba la firma de Ortega Cano. Lo demás era de fábrica.
Toreo breve, ciertamente, en una faena justa, como debe ser. La sabiduría popular lo tiene acuñado: de lo bueno, poco.
El toreo, si bueno, se percibe, se paladea y queda guardado de por vida en la parte más sensible de los corazones ardientes. ¡Óle!
El toreo, si seriado, cansa, aturde, hasta puede acabar levantando dolor de cabeza."
A mi me pasa, que todavía me acuerdo de la faena a aquel toro -el de la imagen- de Juan Pedro Domecq y que hizo cuarto. Ortega se conformó con una fuerte ovación y no quiso dar la vuelta al ruedo. Del resto de lo sucedido aquel día, ni rastro.
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