Esta semana he empezado en la Universitat de València el módulo llamado Curso de Aptitudes Pedagógicas, popularmente conocido como CAP, motivado por cómo pintan las cosas en esto del periodismo. Es una forma de abrir otra puerta de salida profesional diferente al escaso abanico que se le presenta al periodistilla, en este caso al ámbito de la docencia. La sorpresa ha sido que de las 32 personas que integran mi grupo hay un puñado bueno de periodistas. 15, ni más ni menos. Del resto, buena parte proceden de Filología Hispánica, un número destacable llega de Comunicación Audiovisual y sólo hay una que es licenciada en Derecho.
El número de periodistas --y si sumamos a los comunicación, más-- sorprende, aunque no tanto si se conoce como está este gremio: abocado a la precariedad, al escaso reconocimiento, a horarios intempestivos y, lo más importante, a sueldos más que rácanos. Por eso no extraña que el hastiado periodista cumpla el trámite del CAP para dejar una puerta entreabierta para enfrentarse a unas posibles oposiciones a secundaria o a estar en condiciones de aceptar cualquier enchufe de por ahí que le coloque en cualquier otro cole. Al fin y al cabo, lo de la docencia es otro modo de comunicar, ¿no?
1 comentario:
Si te sirve de consuelo... yo soy de económicas y estamos igual... yo me he matriculado en el Poli al CAP, había un grupo on-line para la teoría...
Publicar un comentario