07 marzo 2009

fallas 2009/ la educación de la sangre le sirve a pedro marín para triunfar



Hace poco más de cinco meses, en octubre, Pedro Marín caía herido de enorme gravedad en Valencia. De pronto se vio en la enfermería con una cornada de caballo. Y hasta ahora, en el tiempo transcurrido a saber todo lo que se le ha pasado por cabeza, pensando sobre todo en el día que volvería a enfundarse el vestido de torear, precisamente en la plaza de Valencia, en el arranque de la Feria de Falles. Habrá que pensar en la educación de la sangre y su efecto, porque Pedro Marín cicatrizó definitivamente la herida en la misma tarde en la que demostró otro poso, mayor destreza y abrió la puerta que queda justo enfrente de la de la enfermería, la Puerta Grande de Valencia.

Pedro Marín apareció en la tarde intentando un quite al segundo. La inseguridad y las condiciones del de Los Chospes dejó la cosa en una media a la remanguillé dubitativa. Pero al suyo ya le largó tela de primeras y lo remató en los medios. Estaba recobrando la confianza. El brindis al equipo médico de comanda Cristobal Zaragoza le asentó sobre el albero y cuando descubrió el pitón izquierdo, demostró cómo es su toreo al natural. Largo y enroscado al torero. Fueron varias las series de nivel, mientras desde el callejón una mano le recomendaba hacer el toreo a diestras. A Marín con esas, la educación de la sangre también le habrá enseñado a ignorar a los sabelotodo de callejón, y su mano izquierda siguió predominando en una faena que remató con una estocada desprendida y por la que recibió una oreja.

Otra más le regaló un público muy manchego tras una labor menos consistente, sobre todo por las dificultades que le plateó el descastado de Los Chospes que cerró la tarde.

La ganadería de Los Chospes sigue planteando enormes dudas. Con predominio de mansedumbre y descastamiento, los novillos mentían continuamente. Si manseaban en el caballo, luego tenía veinte arrancadas buenas y por abajo; si mostraban fijeza en el peto, luego en banderillas esperaban arriba; y si se les exigía, buscaban los adentros, si se les apretaba se defendían y de la apariencia bobalicona uno no se podía fiar. En algún aprieto pusieron a la terna y las cuadrillas, como por ejemplo el quinto, que arrollaba en cuanto podía. Pero eso sí, a la novillada apuntarle seriedad en unas cabezas la mar de astifinas que incluso ponía en duda aquello de defectuosos y desecho de tienta.

El otro albaceteño del cartel era Sergio Serrano, que demostró sitio ante dos ejemplares parados e infumables. Y el otro Sergio, Sergio Cerezos, valenciano, acusó falta de rodaje pero no falta de ganas. El incierto primero, distinto en cada tercio, le regaló varias embestidas buenas hasta que descubrió el amparo de las tablas donde empezó su defensa. En el cuarto se llevó una buena paliza al intentar una gaonera y no consiguió poner orden a las pocas facilidades del de Los Chospes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Con todos los respetos hacia un torero que reaparece después de una tremenda cornada y está firme delante de la cara del toro, pero realiza una faena al mejor novillo, con diferencia, del descastado encierro de los Chospes con muchos enganchones, fuera de sitio y con ese bajonazo no se le puede dar la oreja. De la segunda ni hablo. Ya empezamos con las "orejitas de Valencia", asi nos va.

Martín Ruiz Gárate dijo...

Magnífica crónica, muchas gracias.