Foto :: Alberto de Jesús y Manolo Moreno
Cuando menos te lo esperas, esta fiesta de normal tan lamentablemente previsible va y te sorprende. Por ejemplo, quién te iba a decir que Pedro Gutiérrez El Capea iba a cortar un día una oreja en Las Ventas. Si ocurre eso, hazte la cuenta que todo lo demás es posible. Por ejemplo, que una ganadería debutante y desconocida como Montes de Oca eche una novillada llena de interés, matices y problemas a lidiar de verdad y un animal de nota alta de nombre Eclipsado y que un novillero debutante con los del castoreño como José Arévalo se empeñe en triunfar a toda costa. Lo normal, lo que lamentablemente se ha encargado de atrofiar la capacidad de sorpresa de uno es lo del día anterior y lo de tantos otros días: que te salga una corrida como la de Martelilla y que tres matadores con casi todo por decir pasen sin decir nada --caso de Sánchez Vara-- o muy poco --casos de Joselillo e Iván Fandiño.
Lo bueno del fin de semana en Valencia ocurrió ayer. Con todas las dudas y la mosca detrás de la oreja, a las primeras de cambio la tarde se despejó de cualquier zumbido a través de la crudeza de la fiesta. Un novillo encastado no le perdonó a un frío Miguel Ángel Delgado en el segundo muletazo y lo dejó con una nalga al aire. Era en el inicio de faena, el cite muy en corto y la muleta muy atrás, demasiadas ventajas, y novillero al aire. Era el comienzo de Delgado, que, a 20 días de doctorarse en Córdoba, se vio obligado a despachar cuatro novillos demostrando pocos argumentos como para dar el paso al escalafón superior. Esperemos que la lección le sirva para futuros compromisos.
Y para lección, la que dio el novillo de nombre Eclipsado. Un precioso cárdeno, serio, engatillado y con las dos puntas hacia arriba. Noble, pero con casta. Bravo. Todo cuanto hizo fue bueno, se desplazaba, humillaba y seguía los vuelos hasta el final. Enfrente, un Vicente Marrero muy crudo que acabó escuchando los tres avisos y llevándose una enorme paliza en todo el cuerpo que le obligó a pasar a la enfermería para ya no salir. El primer volteretón llegó por presentarle la muleta retrasada al bravo; el segundo en un arreón cuando Marrero intentaba descabellar.
Con Eclipsado dejó su tarjeta de presentación José Arévalo en su turno de quites. Se fue a los medios, se puso de rodillas, largó tres faroles la mar de apretados, abrochó con una media y puso la plaza boca abajo. Arévalo venía a triunfar.
En sus dos turnos se fue a porta gayola e hizo de todo y casi todo le salió bien. Un novillero en novillero. Hizo gala de un valor a prueba de bombas y una mente preclara para resolver cualquier compromiso con la capa, las banderillas, la muleta o la espada.
La misma actitud sacó en el quinto, al que sin tener una embestida clara se puso a torearlo en redondo en los mismos medios con enorme riesgo hasta que llevarse la cornada en la ingle. La cara de rabia del chaval en brazos de las cuadrillas dirección a la enfermería lo decía todo.
PS: Con la única tecnología que fuimos a los toros fue con el móvil y por grabar algo, grabamos la primera porta gayola de José Arévalo en la que hizo una especie de farol con el capote a la espalda. Ahí van unas cuantas crónicas más de lo de ayer en Valenica: Levante-EMV, José Arévalo, cara y cruz de la fiesta; Las Provincias, José Arévalo, como un torbellino;
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