Además de los 90 minutos de fútbol, la otra gran sensación de esta final que encerraba a vascos y catalanes en el estadio de Mestalla era cómo se recibiría al rey en el palco y cómo de estruendosa resultaría la bronca que se llevaría el himno. TVE preparó unos cutres prolegómenos. Desde un plató con un gran plasma nadie se enteró de, por ejemplo, las alienaciones. Se vio al rey y a la reina llegar al estadio, y el besamanos. Luego, una entrevista a Juan Carlos y se inició una ronda por los reporteros a pie de campo cuando el rey asomó en el palco y con él los primeros pitidos, los primeros compases del himno y a San Mamés. A mi me pillaba al teléfono hablando con Ferrán, tan o más culé que yo. Le contaba la movida: TVE no ha emitido el himno, se ha ido a Bilbao.
En el descanso, aparecía el himno sin sonido ambiente y acompañado por las mejores jugadas del primer tiempo. Ferran me envía un SMS: que no dicen ahora que lo del himno ha sido un error humano. La chapuza quedaba rematada por los responsables del Televisión Española.
Sin duda el error ha sido antológico. La audiencia se ha perdido en directo el momento del himno en una clara manipulación. La polémica que iba a existir, porque eso toda España lo sabía, se ha multiplicado con una de las más grandes chapuzas televisivas de la historia. Tan grande que ningún medio lo tapa, y hasta me he encontrado hasta con quien ya había polemizado a priori.
Y a todo esto, el Barça ha ganado haciendo un gran fútbol y el Athletic y su afición han dado toda una lección --excepto un energúmeno-- y se han ganado un hueco en el corazón de, al menos, algunos valencianos.
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