Todo se plantea tan compliacado como apasionante y la historia, más allá del momento, sigue y Aznar, cómo no, ha tenido que meter su bigote por ahí. Está muy osado el profesor y ex presidente últimamente y pesado en exceso mediáticamente hablando. Su última perla, colgarle a Mayor Oreja (que es como si se la colgase a sí mismo, porque el candidato a las Europeas del PP lo que más parece hasta ahora es un muñeco en sus manos) la medalla de prender "la llama del constitucionalismo en el País Vasco". En fin, Aznar va de retro, no puede parar y prefiere no pensar en qué hubiera pasado si Mayor Oreja se hubiese presentado a las elecciones vascas... tal habría sido el descalabro que tal vez ahora Ibarretxe no habría anunciado ninguna retirada ni mucho menos.
PS: Derribos Arias cantan aquello de Dios salve al Lehendakari, un tema que viene más que al pelo porque Patxi no es un rastafari ni mucho menos.
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