Pasen y vean, te dicen, y lo único que hemos podido ver es como Alicante despedía ayer a Luis Francisco Esplá con seis basuras seis de La Campana, que es la peor manera de despedir a quien poco o nada ha tenido que ver con ese negocio.
El toro anda desaparecido por un tiempo hasta que llegue Pamplona, Valencia --esperemos--, o Bilbao, donde resurgirá en apariencia al menos. Hasta entonces y también después, el especimen bovino es pobre, inválido y claudicante, tullido, rasurado, bobo y torpe, resignado en fin al quehacer de los feriantes de postín de norte a sur y de este a oeste.
Y tratarán de hacer tragar sus adláteres con la supuesta grandiosidad de una fiesta carente de emoción y riesgo. Un fiesta tan previsible como para salir huyendo, repleta de triunfos sin méritos y falsos indultos para seguir perpetrando la versión escasa de verdad de la fiesta, es decir: la pantomima.
1 comentario:
TOTALMENTE DE ACUERDO.Muy bueno, si señor.
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