Esto es la catedral de Bologna y el hombre que hay en la puerta con gafas de sol se dedica a medir a ojo de buen cubero los escotes de las mujeres y la largura o cortedad de sus faldas o pantolones. Agacha la mirada, refugiado por las gafas, las ve llegar desde 15 o 20 metros, las respasa de arriba a abajo y cuando llegan a su jurisdicción les señalará el cartelito que hay junto a él (que si se amplía la foto podrá verse mejor) y les dirá que nones o no les dirá nada según la cantidad de piel que enseñen, aunque sea verano y el termómetro ronde los 30 grados.
Al parecer en la catedral de Bologna carecen de unos polémicos petos azules que en otras iglesias italianas sí dan a las mujeres para taparse cuando entran y van a hacer turismo. Pero lo que no deben tener muy claro es que lo de la fe ya se está convirtiendo en cosa de marketing y que si siguen en este plan se quedarán sólo con la clientela más fiel, como muestra la foto de abajo de otra iglesia de Bologna que daba misa con las puertas completamente abiertas para cuatro gatos.
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