Porque a su ilusión de cariz destructivo le ha levantado la mano el Ministerio de Cultura en señal de alto y le ha dicho: El Cabanyal no se toca. Como en la fotografía, pero no por una carcajada, imagino hoy su rostro desencajado y la intuyo capaz de todo: se cree la dama de hierro de esta València de cartón piedra, intocable, impertubable.
Foto :: Juan Carlos Cárdenas
Pero alguien le tenía que parar los pies ya que a razones no se atendía y ante los problemas del barrio marítimo de València la respuesta pública era su ronco ja, ja, ja. La historia con Rita Barberà al frente del ayuntamiento de València se ha sopesado según conveniencia. Mientras demoler por intereses urbanísticos un barrio histórico como El Cabanyal se ha visto con buenos ojos, al mismo gobierno presidido por Rita Barberá le ha entrado miedo escénico o cierta morriña a la hora de derribar el título de alcalde honorífico que todavía ostenta el dictador Francisco Franco desde hace más de 70 años. A lo mejor es que todavía creen en aquello de la gracia de Dios, y saben que a El Cabanyal le pasa justo lo contrario, que está alejado de la gracia y de la mano de Dios tras años de empeño de la clase política valenciana.
Ahora, después de la acertada decisión del Ministerio de Cultura, sólo falta que a Rita Barberà los reyes de oriente le dejen un puñado de carbón. Aunque sólo sea para comprobar si se da por enterada o en cambio sigue en sus trece.
Ahora, después de la acertada decisión del Ministerio de Cultura, sólo falta que a Rita Barberà los reyes de oriente le dejen un puñado de carbón. Aunque sólo sea para comprobar si se da por enterada o en cambio sigue en sus trece.
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