El pequeño problema que señalamos hace unos días de los no carteles anunciando la inminente Feria de Fallas en la plaza de toros de València, y sí todavía los del circo que había plegado su carpa hace casi un mes, ha sido solucionado. Pero se ha solucionado de forma rápida y poco elegante, eso sí.
Aprovechando que los grandes marcos ya estaban colgados de los ladrillos del coso de la calle de Xàtiva --anunciando un circo que ya se fue-- se ha echado mano de la cola y de la forma tradicional, a escobazos, se han colgado los carteles que anuncian las corridas falleras encima de los de las fieras, payasos y trapecistas.
Tiene su gracia, más cuando Carlos Bueno espera todavía una presentación a bombo y platillo de este ferión, sobre todo por lo largo.
El caso es que ya he renovado mi abono. Lo de ser abonado de València es para mi una obligación ética y moral, pese a tener o no pase de prensa. Y este año también pese a que estas Fallas el abonado no tenga reconocimiento alguno y pague las entradas al mismo precio que el común de los mortales, como esos que irán a ver a Jesulín o a celebrar con los amigotes un día fallero en toda regla.
Así es la vida y así se hace caja: quienes pasen por taquilla para renovar su abono en Julio obtendrán su recompensa. Los que no puedan o no quieran volver, no tiene otra que aguantarse.
Pero seamos felices. Ya tengo una ristra de entradas como longanizas. A 15 euros la corrida y a 19 ese festival elevado a histórico festejo de siete toros 'de sobaquillo' y siete matadores cuesta mi asiento en la delantera de la primera naya al sol. Si lo vale, el día 22 de marzo podremos hablar.
Como novedad los abonados hemos recibido una tarjeta de abonado y un plástico donde conservarla y que seguro nos hará sentir más importantes.
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