Eso pareció, que Oliva Soto se quedó a un espadazo de la gloria en una tarde que remontó el guion. Con los del Conde la Maza cumpliendo con su papel. A la casta ayer le correspondió protagonismo y la nobleza no fue nada empalagosa. Asperezas, violentas embestidas, pero toreables para los más capaces. Los núñez de la maza tuvieron importancia y lo que se les hizo, interés.
Diego Urdieles puso firmeza y temple para gustar en su debut en La Maestranza. La impronta de su torería, valor y capacidad quedó clara. Sobre todo con el altón que hizo cuarto.
Oliva Soto tuvo una tarde emotiva. De mucho impulso desde el mismo corazón. La voltereta en el quite por chicuelinas de respuesta al de Nazaré fue como para quedarse en la cama por una mes. El tío, al revés. Le buscó las vueltas a su primero, le llegó, le provocó, le pudo, se le rajó y tras pinchazo le acabó por arrancar una oreja. En el recuerdo, en el cielo, su tío Ramón Soto Vargas. Y las lágrimas.
Otro arreón. Buenas verónicas hacia afuera y buen toreo al mejor del encierro. Faena con matices y gusto. Dicen que Oliva Soto es artista. Lo parece, sí. Y cuando lo tenía el triunfo, la gloria misma a un espadazo, se lió a pinchar. Y hubo lágrimas otra vez.
Antonio Nazaré llevaría las mismas ganas e intenciones, pero tuvo menos opciones.
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