Porque animales como estos, tanto por fuera como por dentro, no merecieron ser lidiados. Porque lo mejor que hicieron fue poner en jaque a la maltratada afición.
Porque la empresa de Simón Casas debe ahorrarnos disgustos así. Por su bien, por el de todos: por el de la fiesta.
Porque la afición merece un respeto. Porque el futuro de la afición no sólo se cuida políticamente y con previsibles maniqueísmos. Porque la tarde de ayer, de pé a pá, fue la antítesis de lo que no debe ser una corrida de toros.
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