Aunque ya se ha comentado mucho, no me quiero quedar sin decir la mía sobre la lamentable actuación de Manolo Lama en Hamburgo. Sin entrar en temas personales, el Manolo Lama periodista al ridiculizar a un sin techo denigró los principios más básicos de la profesión: el respeto, la responsabilidad social.
Pese a la nadería espectacular de tintes tomatescos en que se ha convertido la sección de deportes de Cuatro, la escena en Hamburgo era del todo menos previsible. No ya por su escaso valor informativo: ninguno; aunque también, porque así son capaces de llenar prácticamente un cuarto de hora de televisión 'los manolos' y su equipo día sí, día también.
Lama, en su obsesión por hacer de la información deportiva un espectáculo, tocó fondo al aprovechar la situación de un mendigo ignorante de los motivos de la escena de la que estaba siendo protagonista. Como director del circo que organizó en menos de un minuto, faltó el respeto a un ser humano, a su dignidad, y faltó a la resposabilidad social que debe llevar sobre los hombros un periodista. Porque no hace falta que recuerde situaciones en las que los mendigos han sido ridiculizados, cuanto menos a ojos, de la sociedad por su simple condición de desprotegidos, seres inferiores para muchos que se creen superiores.
De auténtica vergüenza. Las disculpas, el reconocer que fue "una decisión equivocada" ahí quedan, la credibilidad allí se quedó. Telebasura en su estado más putrefacto que nos hace hasta sentirnos orgullosos de Belén Esteban, de verdad.
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