15 mayo 2010

san isidro 2010/ torería incapaz

Foto :: Paloma Aguilar para las-ventas.com

La víspera de San Isidro en Las Ventas fue una muestra más de que la torería anda a la baja, lamentablemente. Ni el antaño poderoso Cid ni el jovencísimo Tendero ni mucho menos Uceda Leal fueron capaces de dar fiesta a una corrida de Alcurrucén que dio más de una opción. Sobre todo los toros cuarto, quinto y sexto. Uno se pone a pensar en el escalafón actual y son muy pocos los toreros que imagina capaces ahora mismo de enfrentarse con éxito a estos toros, que, encastados, no tuvieron ninguna mala intención y duraron lo que duraron.

El Cid sigue en su sombra. Queriendo, pero quedándose a mitad de camino. El Guitarra II que hizo quinto se vino arriba en banderillas después de mansear en varas gracias a su casta y, entre otras cosas, a la buena capa que le ofreció El Boni. Alcalereño, que anda igual o peor que su maestro, por su parte pegó un petardo en banderillas.

Toro de medios. Encastado en sus embestidas, que obligaban a imponerse sí o sí. De firmeza de zapatillas, mando, colocación y distancias exactas. Una cosa buena de El Cid fue ir al toro. No encerrarlo. Mal que bien ya le había marcado las afueras con la capa.

La primera serie en redondo tuvo emoción. En la segunda se impuso el torero y al toro se le fue el genio. Se recortaron las distancias y el acuerdo se deshizo. Incómodo el toro, tardo. El torero sin dar con la colocación, una tanda a izquierdas sin limpieza. La faena ya sin hilo y estocada desprendida. Otro Cid, no su sombra, cuajaba a ese toro hace dos o tres años en esta misma plaza.

De Uceda ya se puede dudar si queda alguien que lo espere. No está. Mecánico, frío y sin convicción. Sólo guarda de bueno su certera espada. Haciendo un esfuerzo, al encastado cuarto, Guitarra I, le dio pases sin mando ni sentimiento alguno.

Tendero tiene el tesoro de la juventud y ahí su pecado, la inexperiencia. Le cuesta ver al toro, y en Las Ventas en pleno San Isidro tuvo dos. Porque sabe torear, de repente se encontró con que sus dos toros metían la cara y que con su muleta los templaba y los mandaba. Fue como una sorpresa, vaya. Levantó algún olé, lo escuchó, pero luego no puso el orden que necesitaron sus faenas. Y además la suerte suprema sigue siendo su asignatura pendiente.

Lo peor ha sido la fractura de cúbito del torero de plata Antoñares tras cogido por el cuarto.


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