19 de junio de 2010, plaza de toros de Alicante. Toros de Zalduendo para El Juli y José María Manzanares.
Subió a primera el Hércules y los alicantinos no sabían cómo celebrarlo. Hacía un porrón de años que no sucedía tal cosa, tantos que entonces uno todavía debía coleccionar cromos. Unos cuantos decidieron pasar por la plaza de toros para empezar a entonar el alirón ya que se iba a celebrar un mano a mano entre El Juli y José María Manzanares con toros, por decir algo, de Zalduendo.
Tal vez porque cromos de toreros uno no ha coleccionado ni ahora ni hace un porrón años, la corrida tuvo que aplazar su comienzo una hora. Triste, pero cierto. Un partido de Segunda División retrasó la cita con dos que se dicen figuras del toreo. Dos mundos distintos, sí. Pero visto lo sucedido y por comparación, el toreo debe estar a la altura de la Segunda División B. Y si es por el toro de Alicante puede que nos encontremos en Tercera o Regional.
A la corrida de Zalduendo, aunque al final sacasen a hombros al mayoral --a petición de El Juli--, habrá que otorgarle el calificativo de impresentable. Propia de un festival en plaza de talanqueras, para que se entienda. Floja de remos, pero con un puntito de nervio, porque llamar a eso casta, cuesta, suficiente para que la alegría del ascenso herculano se tradujese en siete orejas, ¡siete! Que si hubiesen sobrado tres o cuatro aquí no habría pasado nada.
El Juli, por su parte, quiso ascender también un peldaño más en su temporada. Tremenda su decisión y el poder demostrado pese a que se cruzó lo justo y abusó en exceso de la línea recta. Abrió la tarde derrochando temple.
El tullido primero apenas le rozó las telas y sólo con eso lo sujetó. De capa y de muleta. Luego, el apretón de las cercanías y al final una serie en redondo, de lo mejor de la tarde, de un total abuso de poder y que dejó al animalito listo para finiquitar de un estocadón del que salió sin puntilla. Las dos orejas las paseó El Juli entre gritos de 'Hércules, Hércules' y 'a primera oé, a primera oé'.
Era el arranque de una tarde fulgurante para El Juli en la que no perdonó un quite en ninguno de sus toros, aportando variedad: un original intentó por faroles de pie al primero, chicuelinas al tercero y otro con un poco de todo al quinto.
Al segundo de la tarde, por inválido y anovillado, no había por donde cogerlo y Manzanares, que anduvo hecho un lío, lo acabó por demostrar. Pero como mató bien y el equipo de la ciudad había subido a Primera --¿se habían dicho esto ya?--, cortó una oreja que tampoco se acabó de entender.
El tercero fue más toro. Por hechuras, pero sobre todo por sus formas: de embestida humillada, seriedad de movimientos, prontitud y fijeza. Por eso lo que hizo El Juli en éste tuvo una pizca más de importancia. Sin cruzarse ni enroscarse al toro una vez, El Juli mandó y se pegó un arrimón con un poco más de verdad. La faena, su conjunto, pesó más que la del primero. Pero al presidente no le debió parecer así y dejó el premio en una oreja de Alicante. En Madrid la cosa hubiera acabado en sonora división.
Manzanares como que no terminaba de encontrarse y su lote con el altón cuarto de la tarde no rompía. Un toro de anovillado trapío, hecho cuesta arriba y de corto y revoltoso recorrido. Ni hubo acople ni el espadazo sirvió de excusa para la concesión de despojos.
A El Juli parecía que le habían robado una oreja y en el quinto salió arreado en exceso. Dispuesto a vengarse no se sabe muy bien de qué sacó el orgullo de figura --la que espera a que acabe un partido de fútbol de Segunda División--, hizo su quite, brindó al festivalero respetable y arrancó la faena de rodillas en los medios como si fuese un chaval. El Juli, por éstas, iba a 200 por hora. Quería más y se le fue de las manos. Un desarme por exceso de velocidad obligó a parar. Luego ya no hubo acuerdo. El toro, reservón y violento al arrancar, no quisó sumarse a la fiesta y El Juli se vio obligado a sacar recursos de efecto para acabar pronto y matar de una honda en un buen sitio y suficiente como para motivar otra oreja más, la cuarta en el marcador particular de López Escobar.
La papeleta era para Manzanares en el sexto, porque hubiera sido de juzgado de guardia no salir a hombros en una tarde en la que el triunfalismo andaba desatado. Era un esfuerzo, pero no quedaba otra que ponerse en el sitio, echarla adelante y tirar de la embestida vibrante. Lo logró en redondo antes y sobre todo después de trapecear al natural. Con la diestra se ajustó y con cierta crispación sometió y se impuso a la campana que estaba a punto de dejarle a pie con una certera estocada.
Y al final la fiesta fue para todos excepto para la propia Fiesta, que recibió trato de Segunda B.
4 comentarios:
Andrés, os tendrían que pagar a vosotros por hacer el esfuerzo de desplazaros a Alicante y pagar X dinero por ver una corrida de toros, cuando de eso, no tiene ni el nombre.
Discrepo en lo de segunda b, la plaza de toros de Alicante es de tercera regional(como mucho)
Saludos!
Tanto a Andres como a Ivan los veo muy despreciativos en cuanto al ganado.
Ante esto mi pregunta es ¿alguno de los dos habeis tenido cojones alguna vez para ponerse delante de algun toro?
Entonces ¿como teneis el valor de menospreciar al que si es capaz de hacerlo?
Ya se que este comentario no vera la luz como alguno mas que he mandado.
Para tú gusto, el comentario ha sido publicado.
El que menosprecia al toro es quien lo selecciona y lo demanda: los ganaderos y las figuras. Y así se ganan lo que tu llamas nuestro "menosprecio", aunque yo a eso lo llamo exigencia. Exigencia del que paga para asistir a un espectáculo público en el que la emoción y riesgo son fundamentales y en un gran número de tardes brillan por su ausencia.
Tú pregunta evidentemente está fuera de lugar.
Ahora resulta que si no se pone uno delante del toro, no puede opinar, no te jode!!!
Ya te lo deja clarito Andrés.
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