Siete orejas, siete se repartieron Andy Cartagena y Diego Ventura en la corrida de rejones que, con toros de Fermín Bohórquez, se encargó de abrir el abono de la Feria de Julio. Quien lo oiga no dará fe a lo sucedido en una plaza seria y de primera categoría, a menos que tenga una ligera idea de cómo se las gastan en las corridas del antaño llamado arte Marialva y lo facilón y orejista que puede llegar a ser su público.
Se salió del guión el joven Leonardo Hernández, que no se pudo subir al carro triunfalista con su complicado primero. Faena de apreturas y en la que el toro se impuso con claridad en buena parte de las acciones, sorprendiendo siempre al jinete y a sus cabalgaduras. En una de ellas, cuando templaba a dos pistas por los adentros, arreó de manso el murube de Bohórquez y le pegó un puntazo a la yegua Amatista. Con los cambios de cabalgaduras se sucedieron los apretones, hasta que llegó la voltereta sin consecuencias para caballo y rejoneador en los mismos medios. Hubo tensión hasta que el toro se paró definitivamente y entonces complicó el rejón de muerte.
Para entonces Cartagena ya lleva dos orejas y Ventura, una. El de Benidorm más reposado y maduro, rejoneó sobre seguro, templado, con los guiños de doma que tanto engatusan al respetable, y administró muy bien sus dos toros. Clavó clásico, dando distancia, templando la salida, también espectacular al violín marca de la casa y alardeando de valor en desplantes muy para la galería. Con el rejón de muerte anduvo más que certero y así firmó una tarde redonda con cuatro orejas.
Diego Ventura defendió su estatus con la garra que se le supone. Exagerado en casi todo este Ventura. No falló en los momento claves y cuando estaba en juego la puerta grande, remató la jugada y al final de la tarde en su esportón se sumaban tres orejas.
Leonardo Hernández hizo méritos con el que cerró plaza, trabajó bien al toro, le administró los terrenos y esta vez, sí gobernó una lucida faena, pero el rejonazo final no fue acertado y se vio obligado a descabellar.
La plaza registró media entrada muy justa, lo propio para una cartel sin competencia. Faltaba Hermoso de Mendoza, que va en una mixta intrascendente, y eso se notó. También lo exagerados que son los festejos de rejones en cuanto a la concesión de trofeos, ya que si nos ponemos puros, rejoneo del bueno no hubo ni para la mitad de orejas, pero como al parecer aquí de lo que se trata es de ser felices, pues ¡Qué viva España!, pasodoble que ya ha sonado dos días seguidos en la plaza de toros de València, y que esperemos que no se generalice y el cachondeo verbenero no lo tengamos que sufrir todos los días.
PS: La primera merienda de la Fira de Juliol debe tener un sabor especial, más si es de las primeras que te zampas en tu vida en un día de toros y te la prepara tu abuelo.
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