22 julio 2010

feria de julio 2010/ el juli triunfa con cuarto y mitad de toro



Feria de Julio. 22 de julio de 2010, plaza de toros de València. Toros de Daniel Ruiz para El Juli, El Fandi y José María Manzanares. [VÍDEO]

El Juli sumó su tercera puerta grande de la temporada en València, y lo consiguió con cuarto y mitad de toro de Daniel Ruiz en el día en el que la lidia pasó a mejor vida.

A saber cómo y cuánto se tuvo que abrir la manga para dar por buena una impresentable corrida de toros de Daniel Ruiz. Los seis formaban un lote en forma de escalera, como elegido al tuntún. Entre el primero y el segundo, por ejemplo, la diferencia fue de 118 kilos al peso. Lucieron hechuras de novillos o novillotes y sus astas, más bien breves, levantaban además unas más que preocupantes sospechas de afeitado. Y todo eso sucedía ante unos tres cuartos de entrada en la plaza de toros de València, que según dicen es coso de primera categoría.

Luego, los novillejos se comportaban como especímenes bovinos hijos de la modernidad de lo que antaño era un arte llamado tauromaquia y el proceso en el cual se desarrollaba recibía el nombre de lidia. ¿Lidia dicen? Eso me da que pasó a mejor vida. Para ello, sirva de ejemplo lo sucedido con el lote de El Juli.

El pesado (61 5 kilos) y colorado primero pasó sin pena ni gloria por los dos primeros tercios. Con la exigencia justa de un par de picotazos nada más o un quite de El Fandi, que fue por arriba para acabar perdiendo el capote. Si algo había demostrado el toro hasta entonces era no muy buen estilo.

Pero fue alcanzar el último tercio y fue como si su programación genética hubiera despertado de un resorte. Total, que aquello se puso a embestir metiendo la cara con muy buen tranco, todo seguido y por los dos pitones.

El Juli, no iba a ser menos, se puso al hilo y con temple y mano baja acompañó la embestida. Sin apretar, porque luego vendría el raje. Porque estos toros no es que vayan sobrados de casta, y después de ponerse un par de caramelos en cada pitón, el final acabó donde tenía que ser: en terrenos de chiqueros con un espadazo de la casa y una oreja.

El cuarto ya fue el culmen del fin de la lidia. Los primeros tercios transcurrieron en medio de la vulgaridad, con nulo interés porque nada es lo que interesa la pantomima del tercio de varas simulado y un tercio de banderillas de dos pares. Aunque la verdad es que había ciertas dudas de que el animalejo lo aguantase.

El Juli era el primero que sabía todo eso, y por lo tanto uno de los responsables/culpables de la reducción del espectáculo. Con dos muletazos se lo llevó a los medios y lo pasó en línea recta, sin molestar ni cruzarse, aunque aun así el de Daniel Ruiz un barrigazo y un costalazo si se arreó. Era la primera parte de la faena y no había temple, sí exceso de prisas. Y el toro, pese a su condición de babosa y limitaciones varias, permitía algo más profundo.

Era El Juli quien tenía que esmerarse más. Así, mediada la faena, se decidió y sacó una serie en redondo templada sin tropiezo alguno y con la mano muy por abajo. Todo un prodigio de técnica. Luego otra al natural, más breve y para rematar el arrimón con otra serie sobre la diestra de nivel adornada de filigranas varias. Los circulares de rigor para terminar de convencer al respetable y un pinchazo y una estocada caída y otra orejita.

Así triunfó El Juli; así, con tan poco, se triunfa en València.

A El Fandi y Manzanares la tarde les sonrió poco o nada. El lote de El Fandi fue la consecuencia de cuando la máxima pretensión es la cría de babosas para la muleta. Que el descastamiento queda a la vuelta de la esquina y el coloraete con pinta de novillo (como el segundo) que menos te lo esperas te sale rana y ni quiere embestir ni mucho menos tiene eso que los taurinos cursis --que son casi todos-- llaman 'clase' y además en acto de defensa aprende a colarse por el izquierdo y hasta le pega una voltereta a El Fandi, que cierto es que no se acompló en ningún momento y aun así dio la vuelta al ruedo. O puede ser peor todavía y no tener un pase como tampoco había tenido un puyazo en regla, como el quinto, que se paró y prefirió hacer radiografías de esas que se ganan la venganza en forma de bajonazo infame, que es la demostración de la impotencia de un matador que creía que iba pasar la tarde frente a una 'ganadería de garantías'.

Pues va a ser que algo falla y todo parece monótono y aburrido con toros tal que así. Que ya pueden ser enjundiosos los muletazos que sobre la diestra instrumentó Manzanares con todo su empaque y exceso de tensión. ¿Será por la birria de toro? ¿Por sus sospechosas defensas? ¿Por su comportamiento carente de la más mínima emoción? Por todo eso y, en resumen, por la falta de casta.

Manzanares hizo el esfuerzo con su primero, contra el viento también, pero pinchó. Y la vulgaridad del último ya no valía la pena, como casi nada de los que se hace en esta fiesta adulterada que se cargó definitivamente la lidia con su cuarto y mitad de toro.

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