23 septiembre 2010

bous algemesí 2010/ javier cano arma la mundial


La Setmana de Bous de Algemesí está confirmando el preocupante estado del escalafón de novilleros y si no llega a ser por la entrega de los caballeros rejoneadores, apaga y vámonos. Ayer fue el rubio Javier Cano quien armó la mundial con su total entrega, cortó dos y rabo y puso del revés la plaza Mayor de Algemesí, campanario y todo.

Por su parte los novilleros son chavales acomodados que prefieren dejar moler a puyazos a nobles novillejos para luego no pasarlas putas con su toreo moderno, perfilero y fuera-cacho. Los ves pasar uno tras otro, salvo contadísimas excepciones, por allí, en mitad del jaleo de Algemesí, y en soledad, como si nada fuese con ellos, se ponen a pegar pases a destajo, sin fuste ni enjundia y muy escasa calidad artística. ¿Técnica? Sí, un huevo; pero para pasárselos bien lejos tirando de pico.

¿Que son novilleros y hay que perdonarles los defectos? Bueno, pero es que uno ya duda que no sean eso, sino una buena colección de triquiñuelas aprendidas, y se resiste a ver definitivamente derruidos los fundamentos de la tauromaquia clásica y de verdad. La de la pata pa'lante, la del mando y el temple, la embraguetada y emocionante.

Alejandro Enríquez, que abría tarde, dejó lo más torero a pie: sus doblones de inicio al primero de la tarde de una novillada de Javier Molina bien presentada, aunque algo basta de hechuras muy noblona en general y sin misterios insondables. El tercero para rejones, de largo, el mejor de la tarde.

Con ese, lo dicho, Javier Cano puso del revés aquello. Paró al novillo él solo, sin ayuda de capas auxiliadores, con apreturas, pero dominando la embestida y el escaso terreno. Sobre todo emocionante y ajustada fue la faena. Aunque en más de una pasada se fue sin clavar, sus quiebros, piruetas en la cara y adornos varios pusieron de acuerdo a todos los 'cadafals' y eso es lo que de verdad cuenta. Encima, con el rejón finale fue certero y el toro tuvo muerte de bravo, de bravo de verdad. Embistió incansable y cuando le presentaron capotes, los tomó por abajo. Un lujo y una bocanada de aire fresco en mitad de una tarde de escaso contenido a pie.

Enríquez cortó una oreja más que generosa tras una labor no más que ordenada, con ese buen principio por abajo, algún muletazo esporádico bueno y tino a espadas. Luego, por una labor monótona y espesa de ideas el chaval tuvo la desfachatez de pegarse una vuelta al ruedo que nadie le reclamó.

Cristián Escribano abusó de ventajas. Al segundo le dio en el caballo hasta en el carné. Hubiera sido el novillo de la tarde, pero se lo pusieron todo a la contra. Al último, de bendita nobleza, Escribano lo pasó sin ajuste alguno, pero eso sí, componiendo la figurita. Mientras él iba dando uno y otro y otro más, el respetable iba a la suya. Aquí no se molesta nadie si la entrega verdadera no se siente de verdad. Y eso ayer sólo lo consiguió el torero a caballo Javier Cano.

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