25 septiembre 2010

bous algemesí 2010/ por debajo de las previsiones

Este gusano humano, que apareció cuando Juan del Álamo trataba de hacer faena al cuarto, sobró en los cadafales. Lo mismo que la fría actitud del público para con los que están en el ruedo dejó mucho que desear.En Setmana de Bous cabe todo, pero a su debido tiempo, por favor.


Se cumplió uno de los capítulos clásicos de la Setmana de Bous d'Algemesí, esto es la novillada de Sánchez Arjona. Sin descanso, son ya once años consecutivos, que se dice pronto. Y en el recuerdo más de un novillo, como aquel bravo inmenso que lidió en 2001 un debutante con picadores José Luis Miñarro y que le sirvió para cortar dos orejas y rabo.

Para esta edición de 2010 los domecq de Sánchez Arjona --los coquillas se venden en La France-- conformaban uno de los carteles más rematados de la semana junto con el salmantino Juan del Álamo, el mexicano de alta alcurnia torera Diego Silveti y el rejoneador Mariano Rojo. Pero a la postre, el resultado de la tarde quedó por debajo de los esperado tanto por unos como por otros.

Los dos primeros novillos, de un conjunto de nota alta en cuajo y presentación, aunque pobretona de defensas, resultaron los más flojos y de menos fondo.

El primero, un precioso burraco, salió del corro como una exhalación y se empotró en el burladero de enfrente de muy fea manera, con la cabeza metida en la tronera. Para salir de allí, el novillo hizo un serio esfuerzo que ya acusó durante el resto de su lidia. La nobleza y el buen son del animal requirió mimo, y algo de eso imprimió Del Álamo, que llegaba con vitola de triunfador de la pasada feria de Algemesí. Muy templado, embarcando muy bien y pasándose muy cerca al novillo, es ahí donde marca la diferencia. En quererlo hacer todo por abajo, en cargar la suerte y ajustarse de verdad. Cuajó al toro hasta donde pudo, más no porque no se podía abusar de él. Pero luego, otra vez la cruz que viene arrastrando la temporada y que le está privando de triunfos mayores. La maldita espada. Pinchazo y media.

El cuarto tuvo mejor condición y un buen pitón izquierdo. Y por ahí volvió a demostrar su valía el charro. Antes había tenido que rectificar en la primera serie, un intento abortado de toreo en redondo porque se le coló de fea manera. Noble el animal y muy justo de fuerza, Del Álamo no acabó de apretar y eso le hizo dudar demasiado hasta que al final se decidió a dar el paso, echar el resto y sacarse las dos mejores series. Si buena fue la penúltima, la última fue mejor por la largura de los naturales y su remate atrás. Esta vez metió la espada de primeras, pero la frialdad de un público muy a la suya le privó de trofeo.

Diego Silveti dejó su impronta, pero también dejó claro que le queda mucho por recorrer. Tierno, lo que más tiene es voluntad, o sangre, la más torera que le bombea por vía de David Silveti o del abuelo Juan Silveti. Lo intentó, y es de agradecer, con su participación en el tercio de quites de sus dos toros. Otra cosa es el resultado, pues las gaoneras o las saltilleras no salieron todo lo limpias o firmes que se hubiera deseado.

Más centrado con el segundo, novillo flojo y bravucón que acabó parándose demasiado pronto, que con el último. Aguantó los arreones primeros corriendo la mano entre enganchones, pero luego aquello quedó en nada y menos todavía tras liarse a pinchazos hasta que en el último y certero fue volteado de fea manera.

El quinto fue el novillo de la tarde. El de más virtudes. Bravo, pero sin exageraciones, noble y fijo. Sobre todo por el derecho. Pero Silveti se amontó esta vez. Intentó hacer demasiado para al final no cuajar lo fundamental, es decir, el toreo. Entre cambios por la espalda, falta de acople a izquierdas y circulares de relleno se le fue aquello, un bendito.

Mariano Rojo estuvo pulcro y precavido en exceso. Cumplió con el capítulo de rejones y como entretuvo, se llevó una oreja que lo mismo es como si no se hubiese llevado nada.

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