Vía :: Redacción Atómica |
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Como si mirase desde una ventana indiscreta, las canciones son porciones de realidad, de vecindario, urbano, rural con total ausencia de mala leche. Tal vez si la bossa nova fuese un género mediterráneo se cantaría como canta Umbert. Alegre y delicado. Como mascullando esos retratos, esas magníficas historias que son 'La verdad es que me da igual', 'Colorete y quitasueño', 'Confidencias en el palomar' o 'Prêt à porter', plagadas de detalles literarios y sonoros, prácticamente teatralizados con lo puesto, sin ninguna pretensión y que sin querer destilan tantas coordenadas con tremenda naturalidad.
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Qué mala leche da que se acabe de repente, ¿verdad?
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