17 abril 2011

una frase para la reflexión

Los taurinos, las figuras y los ganaderos deberían, si esto --la Fiesta-- les interesa lo más mínimo, plantearse una seria reordenación empezando por darle al toro su verdadero y auténtico protagonismo. Basta ya de enjendros tullidos y previsibles, del abuso de los mismos hierros hasta la extenuación. La cabaña de bravo posee una importante riqueza de encastes y hierros, y la mayoría de ellos están denostados, olvidados, defenestrados y destinados a espadas que tratan de sobrivivir en ese callejón sin salida, no por nada, sino porque nadie les va a ofrecer nada más. ¿Figuras dicen que son los que se anuncian siempre con las mismas ganaderías de idéntica procedencia? Recapaciten y saquen el valor que se les presupone y demuestren su maestría. El objetivo sería recobrar el espectáculo total en sus tres tercios y saber lucir y dar importancia al toro con mesura, y cargarse de una vez por todas la 'ilógica de la norma' actual sobre la que se sustenta la pseudolidia reduccionista que padecemos en la actualidad

La frase con la que se inicia la crónica de Mundotoro (!) de la corrida concurso de ganaderías ayer en Zaragoza invita a esta reflexión aunque tal vez 'la ilógica de la norma' a la que se refiere sea otra, la del propio y singular festejo. Pero vale la pena darle la vuelta. Dice así:

La corrida concurso de Zaragoza ofreció un buen espectáculo en general, pero manejado por la ilógica de la norma, que no ha sabido lucir y dosificar la bravura de los toros para el espectáculo.

La concurso fue un buen espectáculo en general. En partícular dicen que no se ha sabido lucir y dosficar la bravura para el espectáculo. ¿Pero entonces qué pasa cuando no hay nada que lucir ni dosificar, sólo cuidar, mimar o mantener en pie? ¿Que no hay lidia, que todo es previsible? ¿Que no hay espectáculo?

Este año no hemos podido ir, pero en las dos ocasiones anteriores que hemos ido a Zaragoza no hemos traído reflexiones semejantes:

2008

La corrida concurso de Zaragoza vino a demostrar que otra Fiesta es posible. Otra, o mejor dicho, la auténtica y la de verdad. La del toro bravo y encastado. La de la suerte de varas bien hecha, como eje y medida. La del torero capaz de lidiar, lo que tal vez sea la capacidad de compartir sus propios intereses con los del toro, poniendo lo más preciado que tiene, que es la vida, a la misma altura del toro

2010

La corrida de concurso de Zaragoza, le pese a quien le pese, fue un espectáculo. Porque el toro por una vez volvió a ser el centro de todas las cosas.

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