La frase con la que se inicia la crónica de Mundotoro (!) de la corrida concurso de ganaderías ayer en Zaragoza invita a esta reflexión aunque tal vez 'la ilógica de la norma' a la que se refiere sea otra, la del propio y singular festejo. Pero vale la pena darle la vuelta. Dice así:
La corrida concurso de Zaragoza ofreció un buen espectáculo en general, pero manejado por la ilógica de la norma, que no ha sabido lucir y dosificar la bravura de los toros para el espectáculo.
La concurso fue un buen espectáculo en general. En partícular dicen que no se ha sabido lucir y dosficar la bravura para el espectáculo. ¿Pero entonces qué pasa cuando no hay nada que lucir ni dosificar, sólo cuidar, mimar o mantener en pie? ¿Que no hay lidia, que todo es previsible? ¿Que no hay espectáculo?
Este año no hemos podido ir, pero en las dos ocasiones anteriores que hemos ido a Zaragoza no hemos traído reflexiones semejantes:
2008
La corrida concurso de Zaragoza vino a demostrar que otra Fiesta es posible. Otra, o mejor dicho, la auténtica y la de verdad. La del toro bravo y encastado. La de la suerte de varas bien hecha, como eje y medida. La del torero capaz de lidiar, lo que tal vez sea la capacidad de compartir sus propios intereses con los del toro, poniendo lo más preciado que tiene, que es la vida, a la misma altura del toro
2010
La corrida de concurso de Zaragoza, le pese a quien le pese, fue un espectáculo. Porque el toro por una vez volvió a ser el centro de todas las cosas.
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